A menudo, los episodios de violencia empujan a la familia a construir un relato en el que prima la búsqueda de soluciones, pero en los que el sufrimiento de la persona designada como “culpable” permanece negado.
—Debe ser horroroso vivir así, con ese miedo.
—No te haces una idea, Gorka —me contestó—. Desde que volvió a casa está siendo un infierno.
Recientemente, se había producido una reagrupación familiar, tras una larga estancia de la adolescente en un centro de acogida. Los primeros días fueron idílicos pero, pasadas un par de semanas, el comportamiento de la chica había cambiando, llegando a agredir físicamente a su madre varias veces en el domicilio.
—No sé si puedo ponerme en tu lugar —le respondí—, debe ser terrible estar siempre temiendo que te vuelva a levantar la mano.
Bajó la cabeza.
—No sé qué hacer —continuó—. Lo he probado todo, pero nada funciona. Al final, sólo su hermano puede pararla. Pero a tortas. Y así, siempre empeoran las cosas.
—¿Puedo decirte algo que me parece muy interesante?
—Sí, por supuesto.
—Hay una cosa que pasa cuando una chica o un chico agrede a sus padres…
Hice un silencio.
—Cuenta. Cuenta.
—Cuando un chico o una chica hace daño, todo el discurso de la familia acaba construyéndose en torno a ese relato —empecé a explicar—. Es algo tan llamativo, tan doloroso y tan difícil de gestionar, que lo ocupa todo.
—Es verdad —reconoció.
—Y está bien que así sea. A fin de cuentas, necesitamos todos nuestros recursos para salir de ese atolladero.
—Claro.
—El problema, es que eso hace que nos pase mucha información desapercibida —señalé—. ¿Me dejas que te haga una pregunta?
—Suelta —me invitó con curiosidad.
—¿Qué pasa las veces en que ella se enfada, pero NO agrede a nadie?
Me miraba con los ojos muy abiertos.
—Intuyo que hay muchos momentos de esos —me atreví a afirmar—, porque yo mismo los he visto durante las sesiones. Muchas veces se ha enfadado, pero las cosas han terminado bien. Todos contentos.
—Creo que sé hacia dónde vas…
—¿Qué ha pasado para que ella pudiera TRANSITAR el enfado y quedarse bien, sin hacer daño a nadie?
Se quedó absorta. Pensando. Y dejé que pasara el tiempo.
—Me ha venido a la cabeza que todos estábamos escuchando —arrancó—. Que nadie ha intervenido.
—Creo que eso conecta mucho con lo que yo pienso —señalé.
Se hizo otro silencio. Éste bien largo, pero ligero.
—Joder, Gorka.
—Dime.
—Somos nosotros, al tratar de pararla, los que provocamos que nos haga daño.
—No lo sé.
—Si, Gorka —respondió con firmeza—. Tiene que ser horrible que te den la espalda así, cuando peor te estás sintiendo.
Referencias: ESCUDERO, V. (2013). Guía práctica para la intervención familiar. Contextos familiares cronificados o de especial dificultad. Junta de Castilla y León. MINUCHIN, S. (2009) Familias y terapia familiar. Barcelona: Gedisa NARDONE, G. (2015). Ayudar a los padres a ayudar a los hijos: problemas y soluciones para el ciclo de la vida. Barcelona: Herder NARDONE, G. (2009). Psicosoluciones. Barcelona: Herder PAYNE, M. (2002). Terapia narrativa. Barcelona: Paidós SALVINI, A y NADRONE, G. (2011). El diálogo estratégico: comunicar persuadiendo: técnicas para conseguir el cambio. Barcelona: Herder WHITE, M (1994) Guías para una Terapia Familiar Sistémica. México: Paidós
En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.
Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com