[…] Quizás lo que parecía una traición y un bloqueo desde la más absoluta indefensión, no era más que un acto de amor y protección hacia la figura a quien más quiere y necesita. […]
Seguir leyendo «La traición que nunca ocurrió | una ayuda para transitar el duelo «Etiqueta: reparación
Desregulación: una oportunidad de reparación
[…] A menudo, sentimos la desregulación de las chavalas y de los chavales como si fuera un fracaso propio o de la familia, entre otras cosas, porque vivimos con el mito de que el progreso debe ser uniforme y lineal. Pero la realidad se impone, y no es infrecuente que esas chicas y esos chicos se revuelvan cuando las cosas empiezan a ir un poco bien. […]
Seguir leyendo «Desregulación: una oportunidad de reparación «Juanito: la restauración de la confianza en el mundo adulto
[…] La cosa es que, además —para acojonarme más si cabe— me cuentan que Juanito es más malo que Hitler con un dolor de muelas. Que se escapa de casa y que se la pela todo; que va por la vida trapicheando, que corta el bacalao, y que amarga la vida a todos los compañeros de clase que no le siguen el juego. Y que tenga cuidado si me quedo con él a solas, porque es impredecible y no tiene freno. Glup. No me jodas. […]
Seguir leyendo «Juanito: la restauración de la confianza en el mundo adulto»Relaciones objetales: en contra de la profesionalización y a favor de una intimidad honesta
[…] A esto, precisamente, es a lo que llamamos relaciones objetales. Cuando, sistemáticamente nos relacionamos con el introyecto en vez de hacerlo con la persona real, que siente y padece, y que transita entre diferentes partes protectoras, estados mentales y emociones, que le llevan a entender el mundo de manera diferente, sentirse más o menos segura, y crear modelos de vinculación acordes a las necesidades de cada momento. […]
Seguir leyendo «Relaciones objetales: en contra de la profesionalización y a favor de una intimidad honesta»Transiciones en los trastornos de la personalidad: otra forma de verlo
[…] Los que hemos trabajado con estas personas sabemos que, en determinadas ocasiones, llegan a colapsar. Es decir, que cuando el entorno no les da lo que ellos necesitan, pueden transitar hacia otro estado que, posiblemente siga siendo desadaptativo, pero podría darse el caso de que sea más sano o con una mayor flexibilidad para encarar o adherirse a determinados procesos. […]
Seguir leyendo «Transiciones en los trastornos de la personalidad: otra forma de verlo»Hacerte los deberes: la restauración del protagonismo en la propia historia
[…] —No tengo nada que perdonar —respondí, atendiendo a su congoja—. Tienes derecho a ocultarme lo que creas oportuno. No me debes lealtad alguna. […]
Seguir leyendo «Hacerte los deberes: la restauración del protagonismo en la propia historia «El impacto de una salpicadura… de injusticia
[…] Pero, mientras escuchaba con atención el llanto de su hijo desde la habitación contigua, algo le llamó la atención. Al principio, quizás porque su sistema nervioso estaba en “modo lucha”, pensó que eran imaginaciones suyas pero, cuanto más tiempo escuchaba, más certeza tenía de que había algo en ese llanto que denotaba que su hijo no estaba bien. […]
Seguir leyendo «El impacto de una salpicadura… de injusticia «Te arranco la cabeza
[…] Su hijo, de 4 años, había pegado un manotazo a su abuela. Y, cuando le habían dicho que pidiera perdón, se había negado reiteradamente diciendo que no, que no lo sentía en absoluto. […]
Seguir leyendo «Te arranco la cabeza «Visión de la mente, confianza epistémica y… ¿dibujo técnico?
[…] Cuando trabajo con las personas adultas que cuidan de estas niñas o niños, sean educadoras o educadores, docentes o familiares, parto de la premisa de que la coherencia es muchas veces imposible. Máxime cuando estas niñas y niños son especialmente sensibles no sólo a lo que se hace, sino a los estados de ánimo presentes en las personas que tienen el deber de cuidarlos. Y en eso sí que nadie, repito, nadie, tiene control alguno. […]
Seguir leyendo «Visión de la mente, confianza epistémica y… ¿dibujo técnico? «Genealogía de la vergüenza
[…] Respetarse y quererse a uno mismo es como navegar con una barca pequeña en medio de una tempestad. Hay que agarrar con fuerza el timón, si no nos vamos a pique; pero ese timón no lo sostenemos nosotros, sino las personas que nos protegen y en quienes hemos depositado nuestra confianza. […]
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