[…] Debajo de mi balsa, está el mar, con sus olas que me levantan hacia el cielo con fuerza, y que me bajan con cuidado, meciéndome con suavidad. Si me concentro, puedo sentir cómo las mueve mi respiración. Tomar aire me impulsa hacia arriba llenando de energía todo mi cuerpo; y echarlo, despacito, con cuidado, me lleva hacia abajo, dejándome una sensación de calma genial. […]
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