[…] —Otra vez igual. Que le duele la cabeza —dijo, angustiada—. Y yo no me fío de él. Para mí que es una excusa para no ir al cole. Pero, ¿y si es verdad? […]
Recibí la llamada muy temprano, a las 08,30 h de la mañana.
—Necesito tu ayuda, Gorka. No sé qué hacer.
—Cuéntame, a ver si te puedo servir —contesté.
—Otra vez igual. Que le duele la cabeza —dijo, angustiada—. Y yo no me fío de él. Para mí que es una excusa para no ir al cole. Pero, ¿y si es verdad?
“Estoy enfermo” siempre ha sido un recurso para evitar la escuela pero, ahora, con el coronavirus, es mucho más fácil.
—Parece que tenemos encima de la mesa dos opciones, ¿verdad? —dije, para aclarar mi mente—. La primera, que nos esté engañando, en cuyo caso, lo lógico parece obligarle a ir; y la segunda, que nos diga la verdad, con lo que tendríamos que creerle y cuidarle, ¿no?
—Eso es.
—No sé yo… pero sabiendo lo mal que no está pasando, no me extrañaría nada que le doliera la cabeza —expliqué.
—A mí tampoco, Gorka —dijo—, pero es que cada vez son más faltas sin justificar.
—Lo sé… y qué jodida es nuestra postura, en la que tenemos que decidir qué es prioritario, si la escuela o su salud mental.
—Visto así, su salud mental —se reafirmó.
—Ya —le confirmé—, es que mucho me temo que ahora ambas cosas no pueden ser.
—Pero, ¿qué hago? —me dijo con angustia otra vez.
Pensé rápido. Y me vino a la cabeza la idea de que ver la realidad en términos dicotómicos, casi siempre es un error.
—No lo sé, pero creo que hay una tercera opción.
Se hizo el silencio.
—Hemos dicho que hay dos opciones—continué—. Que, o nos miente, o nos dice la verdad. Pero también hay una hipótesis que integra las dos.
—¿Cuál? —se anticipó.
—Que esté desbordado, y sufriendo un montón —dije—. Pero que no pueda reconocer que es vulnerable, y no puede enfrentarse a la situación. Es decir que haya un dolor muy profundo, sin causas físicas a las que podamos atender.
—Hostia… —dijo, y sentí como cambiaba su actitud.
Era un chico con un funcionamiento muy oposicionista, que ponía al límite al profesorado y a sus compañeros. Recientemente, el centro escolar había cambiado de actitud con él, activando una mano dura y una distancia que le reafirmaba más en su posición. A la par, se había establecido una alianza entre los profesores y sus compañeros, que lo había dejado sólo, sin que su síntoma, es decir, el ejercicio del poder, pudiera activar la mirada que necesitaba para subsistir. Estaba jodido, pero de verdad.
—Si es así, creo que sabes mejor que nadie lo que hay que hacer.
—Sí —respondió con otra seguridad—, es lo que hablamos ayer, ¿no? Cuidarle antes, para que no se llegue a ponerse así.
—Igual sí. Puede ser que por ahí vayamos bien.
La siguiente llamada fue a las 10,10 h. Cuando vi su número pensé «hostia, ya se ha liado». Y cuando cogí el teléfono, me reafirmé.
Estaba llorando.
—Gorka, Gorka —me dijo, balbuceando—…
—Respira, tómate el tiempo que necesites. Estoy aquí.
—Que me ha abrazado —dijo— ¡Me ha abrazado! Hacía años que no lo hacía.
Y rompió a llorar todavía más.
Pasó un buen rato.
—Y luego, ha cogido sus cosas y se ha ido al cole caminando, te lo juro, sin que yo le tenga que llevar.
* Relato ficticio basado en una experiencia real.
Referencias:
BARUDY, J. y DANTAGNAN, M. (2009). Los buenos tratos a la infancia: parentalidad, apego y resiliencia. Barcelona: Gedisa
GONZALO MARRODAN, J.L. (2015). Vincúlate: relaciones reparadoras del vínculo en niños adoptados y acogidos. Bilbao: Descleé de Brouwer
NARDONE, G. (2015). Ayudar a los padres a ayudar a los hijos: problemas y soluciones para el ciclo de la vida. Barcelona: Herder
PORGES, S.W. (2017). Guía de bolsillo de la teoría polivagal: el poder transformador de sentirse seguro. Barcelona: Eleftheria
SIEGEL, D. (2012). El cerebro del niño. Barcelona: Alba Editorial
En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.

Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, puedes ponerte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com
Pingback: Un abrazo reparador — educación familiar – Gerardo Luna
Pingback: Un abrazo reparador — educación familiar – Hilda Abarca