[…] Sin embargo, las personas que disfrutan —sí, “disfrutan”— de un proceso terapéutico, a menudo, tienen una experiencia especialmente grata.
Ocurre el día que reciben, de nuevo, el mismo impacto, pero toman conciencia de que ese dolor no tiene que ver tanto con el torpedo del presente, sino con las gritas que dejó la soldadura durante la construcción del buque en el astillero. […]
Todos tenemos una línea de flotación que es vulnerable a los torpedos. Una explosión allí hace que se tambalee y peligre todo el barco.
Sabemos que nos han dado ahí porque, de repente, se altera nuestra conciencia y percibimos el mundo entero como un lugar peligroso.
Es como si una onda expansiva nos lanzara de espaldas muy lejos, a otro lugar y otro tiempo.
¿Te suena?
Cuando esto ocurre, toman el timón estas partes que protegen pero que, a menudo, nos reportan una imagen poco grata de nosotras y nosotros mismos. Por eso, casi siempre recibimos un doble impacto: el del primer explosivo, y el del dolor de vernos actuando de mala manera, sin control de los acontecimientos.
Sin embargo, las personas que disfrutan —sí, “disfrutan”— de un proceso terapéutico, a menudo, tienen una experiencia especialmente grata.
Ocurre el día que reciben, de nuevo, el mismo impacto, pero toman conciencia de que ese dolor no tiene que ver tanto con el torpedo del presente, sino con las gritas que dejó la soldadura durante la construcción del buque en el astillero.
De repente, el temblar del suelo se siente como lo que es, un dolor profundo anclado en la infancia. Entonces, quizás, puedan volver a tomar contacto con esa niña o ese niño herido, y abrazarlo, acunarlo, y decirle que no es cosa suya, sino que tiene buenos motivos para estar jodido. Que, pase lo que pase, cueste lo que cueste, le va a garantizar el buen trato que entonces no tuvo. Así, se puede, por fin, reparar el dolor a través del buen trato que uno puede proporcionarse a uno mismo.
Este buen trato puede empezar con palabras, con gestos de autocuidado, con tomar conciencia de cómo está el propio cuerpo y de qué necesidades tiene para aliviar la tensión o el dolor bloqueado en determinados puntos, o con adoptar determinadas posturas que, de una u otra manera, nos conecten con la sensación de sentirnos sentidos, cuidados y contenidos con cariño.
Si esto ocurre, la experiencia es intensa pero, sobre todo, sorprendente. Sorprende que uno tenga la capacidad de cuidar el dolor que durante tantos ha soportado dentro pero, sobre todo, sorprende la seguridad que brinda pasar por ese momento. Porque cuando uno siente que puede cuidar de su dolor más profundo, hacer desaparecer la angustia y llegar a la tristeza que pide y acepta compañía y cuidados, se siente —casi— invulnerable.
Porque nada puede dañar a quien puede sanar sus heridas tratándolas con cuidado y cariño. Ni a quien confía en las nuevas soldaduras que él mismo se ha proporcionado.
Eso es transitar, pasito a pasito, y de golpe, hacia un apego adulto más seguro.
En consecuencia, eso es empezar a poder proporcionar a nuestros hijos e hijas, nuestro regalo más valioso: la confianza y la seguridad que nosotros nunca sentimos.
Referencias:
LEVINE, P. A. y KLINE, M. (2017) Tus hijos a prueba de traumas. Una guía parental para infundir confianza, alegría y resiliencia. Barcelona: Eleftheria
SIEGEL, D. y PAINE BRYSON, T. (2012). La disciplina sin lágrimas. Una guía imprescindible para orientar y alimentar el desarrollo mental de tu hijo. Barcelona: SA Ediciones B
SCHWARTZ, R.C. (2015). Introducción al modelo de los sistemas de la familia interna. Barcelona: Eleftheria
VAN DER KOLK. B, (2015). El cuerpo lleva la cuenta. Eleftheria: Barcelona
En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.

Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, puedes ponerte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com