Conectar con otro adulto regulado e ignorante

[…] Claro que, seguir protegiéndonos como las niñas y niños que fuimos, nos llevará probablemente a entrar en ciclos de enactuación con las figuras con quienes trabajamos. Esto es, a llegar a un ajuste rígido en el que no se puede producir la exploración, entre otras cosas, porque nadie puede articular una curiosidad genuina y sincera. […]

La primera vez que me hablaron del caso, me lo pintaron muy feo.

—Menudo marrón que te vas a comer —me anticiparon, con mejores palabras—. Es una mujer que va de resabida y es muy guerrera. Vas a sudar tinta, pero tienes todo nuestro apoyo si lo necesitas.

Sentí una patada en el estómago. En mi mente, apareció un monstruo gigante. Me gritaba y me hacía pequeñito, vulnerable y, luego, exponía mis vergüenzas a mis superiores.

No sé si lo notaron desde fuera —en este trabajo somos buenos ocultando el miedo—, pero creo que sudé hielo.

Salí de la reunión afectado. Con una sensación desagradable de vacío en el pecho, y visión de túnel. Apenas sentía las piernas y me desplazaba como levitando.

Sí, eso es un indicador de que se habían activado en mí mecanismos disociativos.

Nuestro trabajo es así. A veces, nos toca lidiar con perfiles que nos conectan con el trauma. Y si, como es bastante habitual, nuestras organizaciones no toleran o permiten que rechacemos determinados casos, toca apechugar con lo gordo.

Llegados a este punto, debemos ser conscientes de que tenemos dos opciones. O bien confiamos en los mecanismos atávicos que nos han servido para protegernos, o exploramos nuevas alternativas de regulación emocional más maduras y en positivo.

Lo primero sale sólo, pero lo segundo lleva mucho esfuerzo y trabajo.

Claro que, seguir protegiéndonos como las niñas y niños que fuimos, nos llevará probablemente a entrar en ciclos de enactuación con las figuras con quienes trabajamos. Esto es, a llegar a un ajuste rígido en el que no se puede producir la exploración, entre otras cosas, porque nadie puede articular una curiosidad genuina y sincera.

Mal asunto, oye.

Lo primero es, quizás, aceptar que —por encima de profesionales— somos seres humanos. Y como seres humanos, tenemos una historia, nos hemos enfrentado a una serie de dificultades y hemos recibido el impacto de acontecimientos traumáticos.

Sí, como todo el mundo.

Y esto no es ni bueno ni malo, sino que no puede ser de otra manera. Nadie nace con los recursos necesarios para enfrentar la vida con eficacia, así que, pequeñas situaciones cotidianas pueden tener un impacto profundo.

En mi caso, por ejemplo, persiste cierto dolor relacionado con la ausencia de mirada, la soledad, la intromisión en mi intimidad, o la comunicación perversa, entre otras cosas. Algunas cosas tienen que ver con mi familia, y otras con experiencias dolorosas que he vivido en otras situaciones como, por ejemplo, mi formación, mi grupo de iguales e incluso mi contexto de trabajo. No lo voy a especificar, para no señalar a nadie.

Sea como sea, he articulado determinadas “partes” para protegerme de esas vulnerabilidades. Esas “partes” son como personajes que toman el control, cuando aparece la inseguridad, el miedo o la amenaza sentida.

Algunas de esas partes son: el profesional, el justiciero, el rebelde… Os suenan, ¿verdad? Claro, escribir es mostrarse al público y quedar expuesto, por eso aparecen en cada uno de los artículos.

Las partes que defienden están muy bien, pero a menudo nos desconectan de las personas. El motivo es que su función es proteger, y toda su atención y recursos están orientados a esta tarea. Por eso, se olvidan de que el resto tiene una mente y un cuerpo que resuena con cada cosa que hacen.

Su tarea es formidable. Deben evitar que conectemos con nuestro dolor más profundo. Es decir, con esas partes exiliadas que llevan la pesada carga de todo el dolor que hemos acumulado, interacción a interacción, trocito a trocito. Y que amenazan con romper la bolsa y derramar la carga.

En mi caso, algunos de estos exiliados son el cobarde, el sometido, el camaleón, la víctima, el impostor, etc. Todas ellas contienen elementos e historias hacia las que no me gusta mirar, porque hacen que me encuentre con una versión dolorosa de mí mismo.

Pues bien, para mí trabajar con personas con aires de superioridad y voluntad de dominación me despierta justamente eso. Toda esa vulnerabilidad que me esfuerzo por evitar para permanecer en la ventana de tolerancia.

Sin embargo, aquí se produce una paradoja.

Hazme caso, presta atención ahora.

No me quites la mirada que me descompenso 😉

Porque al evitar estos exiliados y, por tanto, los estímulos que los hacen presentes, estoy diciéndome a mí mismo que me tengo que impostar para salir adelante. Que con lo que llevo dentro no es suficiente. Y esto sólo añade tensión al sistema, y más riesgo de que los exiliados me dominen.

¿Se ve?

A fin de cuentas, nuestro trabajo con familias tiene dos años de duración, así que es mejor que lo hagamos honestamente y relajados.

Porque, de no ser así, vamos a entrar en un círculo vicioso.

Con este caso, yo lo veía venir:

Ella se trataría de proteger situándose en un plano de superioridad respecto a mí y a mis superiores directos. Eso me iba a tocar en la línea de flotación y yo activaría el “profesional”, que sabe mucho, pero huye como una rata de todo lo que implica la conexión emocional. Se produciría así una escalada, en la que ambos íbamos a competir a ver quién es más válido o más sabio. Yo, seguramente, no podría sostener dicha escalada, porque cuanto más activo el “profesional”, menos seguro estoy de mis propios recursos. Así que, en algún momento acabarían saliendo el impostor y la víctima, invitándole a ella a cortar el pastel, y perdiendo yo toda oportunidad de acompañarla como una figura sabia, fuerte y amable. Los procesos de exploración quedarían comprometidos, y la niña tendría que enfrentarse a la misma situación, quizás, de por vida.

O, yo qué sé, algo parecido.

Una de las alternativas es conectar desde lo vulnerable.

Es decir, desde lo que intentan proteger esas partes protectoras.

Sí, es lo que estás pensando. Hacer justo lo contrario: ganarme su respeto desde abajo, reconociendo mi más absoluta ignorancia.

¿Cómorrrrrrl?

La idea era sencilla.

Si yo era profundamente honesto con ella, podía evitar activar mis defensas. Y si yo no activaba mis defensas, ella tampoco lo haría. Con el tiempo, podríamos formar un equipo de ignorantes. Pero a fin de cuentas, un equipo. Si esta estructura pudiera consolidarse, yo no estaría solo en mi trabajo, ni ella sola en su crianza.

Podríamos mirar con curiosidad nuestras mentes, y sentir de cerca como se relacionan. Y este aprendizaje, entre ambos, rollo quiero que sepas lo que has provocado en mí, y cómo ha reaccionado mi cuerpo, podría trasladarse a la realidad de la niña.

Un año después, la cría había mejorado sustanciamente su rendimiento académico. Los profesores estaban impresionados. Las peleas habían cesado, casi por completo. Había aumentado sus círculos de relación y, lo que es mejor, era capaz de sostener relaciones de calidad con sus iguales. Ya no se escapaba de casa, y había dejado de exponerse sexualmente a terceros. Ahora trataba de seducir a un chico que le gustaba y que todo pintaba que podía acabar siendo su novio.

¿Magia? No. Sólo conectar con otro adulto regulado e ignorante.


Referencias:

BARUDY, J. y DANTAGNAN, M. (2009). Los buenos tratos a la infancia: parentalidad, apego y resiliencia. Barcelona: Gedisa

GONZÁLEZ, A. (2020). Lo bueno de tener un mal día. Cómo cuidar de nuestras emociones para estar mejor. Barcelona: Planeta

PORGES, S.W. (2017) Guía de bolsillo de la teoría polivagal: el poder transformador de sentirse seguro. Barcelona: Eleftheria

SCHWARTZ, R.C. (2015). Introducción al modelo de los sistemas de la familia interna. Barcelona: Eleftheria

VAN DER KOLK. B, (2015). El cuerpo lleva la cuenta. Eleftheria: Barcelona


En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es image.png

Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, puedes ponerte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com

2 comentarios en “Conectar con otro adulto regulado e ignorante

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s