La gran carga de nuestro ofendido interno

Podemos pensar a las y los OFENDIDOS, no como rasgos, sino como PARTES PROTECTORAS que invitan a modelos de relación envenenados.

Ayer, sentí mucha vergüenza.

La sensación de estar expuesto ante todo el mundo, y ser señalado como un sujeto despreciable.

Fue como consecuencia de algo sin importancia aparente. Pero me golpeó como un mazo de hierro.

Me explico.

La cosa es que compartí un “meme”, con un comentario que me parecía gracioso. Rollo emoticonos de llorar de la risa. La peña, jajaja, jejeje, y qué risas. Pero, de repente, apareció un comentario seco, del tipo “deberías sentir vergüenza”, y se me bajó todo.

Los ofendidos son una de las razones por las que, periódicamente, me replanteo compartir contenidos en las redes sociales.

De hecho, tenía razón. Lo acepto. Sin darme cuenta, me había convertido en la parte más rancia del patriarcado. La que utiliza el sentido del humor para denigrar y someter a las mujeres.

Inmediatamente borré el post, pero continué con muy mal sabor de boca.

Como soy muy de “rumiar”, anduve dándole vueltas. Al principio, pensaba que sentía algo parecido a la culpa, porque me arrepentía de lo que había hecho. Pero, yendo un poco más al fondo, descubrí que era vergüenza, es decir, el sentimiento de SER DESPRECIABLE y CARECER DE VALOR ALGUNO.

Vale, que sí, que es exagerado. Lo sé. Como todas las cosas que conectan con el TRAUMA.

Me pregunté, entonces, qué había desatado DE VERDAD esta reacción. Y concluí que no era lo que había hecho, sino la reacción de esa persona, a quien no conocía.

La aparición repentina de su parte protectora, a quien llamaremos EL OFENDIDO.

Pero, para la furgoneta. Si esa parte protectora SUYA me ha causado tanto daño, tiene que ser porque YO TAMBIÉN LA TENGO.

El problema de nuestra parte ofendida es que nos NIEGA la oportunidad de MENTALIZAR a la otro o al otro. Y tenga o no tenga razón, negarle ejerce también una forma de maltrato.

Menudo descubrimiento, diréis, las y los que me habéis leído por un tiempo.

Me sale una sonrisilla y mirar hacia abajo.

El ofendido sale a proteger de la culpa y, sobre todo, de la vergüenza, que proyecta como un escupitajo. Se sitúa de golpe en un plano de superioridad, y pone en su sitio de un hachazo a su adversario. Genera una distancia insalvable, y rompe la relación, desestabilizando al contrario.

Pero, sobre todo, deja al otro o a la otra en una situación confusa, que lo hace especialmente vulnerable.

Porque, si reconoce su error y se acerca a pedir disculpas, sale escaldado.

El OFENDIDO difícilmente se sentirá seguro, ante la sumisión de un tercero. La vergüenza con la que carga es una emoción profunda, desestabilizadora, que tiene que ver más con la inseguridad de base, y no tanto lo que ocurre con la relación en ese momento.

Si entra a la batalla, también malo. Entre otras cosas, porque entra en condiciones de inferioridad, tras haber recibido un golpe desestabilizador tremendo. Y porque ese golpe tiene que ver con un error que ha cometido y que es evidente. Así que, entrar en conflicto, es mala idea. Porque si pierde, que es lo más probable, se recibirá un doble machaque; pero si se gana, y se deja en evidencia al ofendido, la relación puede sufrir para siempre.

Se crea, así, una relación de DOBLE VÍNCULO, en la que actúe como actúe, siempre acabará perdiendo. En la que, con las palabras o con los actos, se exige una MISIÓN IMPOSIBLE, que es reparar el daño, pero que si se cumple con dicho mandato, el afectado o la afectada se expone a un nuevo golpe.

De lo peorcito.

Os preguntaréis, ¿qué hice yo entonces?

Borrar el post e ignorar a esa persona. De hecho, estuve a un tris de bloquearla. Pero supe contenerme.

Este es el ejemplo de la solución más frecuente a este problema. Y en la mayor parte de las ocasiones, la más inteligente.

Romper la relación, seguir la propia vida, y que te den por culo. Quizás, corregir. Y venga, que sí, que eres el mejor y me has ganado.

Y es una solución sensata. Porque entrar en relaciones de DOBLE VÍNCULO es una amenaza para la propia autonomía y para la salud mental, y es mejor mantenerse tras una puerta de acero.

Pero, la vergüenza, me la he comido. Y quiero creer que este artículo no es, en el fondo, una forma de devolver el golpe que me ha hecho tanto daño.

De hecho, muchas rupturas en las relaciones entre progenitores y adolescentes se explican así, como una forma de evitar un dolor insoportable: el ser ingrato en la mirada del otro, y no poder hacer nada para repararlo.

La única forma de repararlas es sanando la vergüenza que ambas partes llevan dentro.

Muy jodido todo eso.

Pero ahora toca lo bueno.

¿Tienes tú un ofendido dentro?

Os anticipo que se deja ver mucho en nuestra profesión. Entre las y los nuestros.

Si has respondido que sí, ¿de qué sientes que te protege?

¿Cómo sientes que afecta a la relación con terceros?

Y sobre todo, ¿qué mirada o qué cuidados necesita para relajarse y permitirte volver a mirar con curiosidad el mundo?

¿Te apetece darle ese regalo?

Yo prometo cuidarme.

Venga. Vamos a ello.

Referencias: 

FISHMAN, H. (1994). Terapia estructural intensiva: tratamiento de familias en su contexto social. Buenos Aires: Amorrortu

MINUCHIN, S. (2009) Familias y terapia familiar. Barcelona: Gedisa

MINUCHIN, S. et FISHMAN, H. (1984). Técnicas de terapia familiar. Buenos Aires: Paidós

NARDONE, G. (2009). Psicosoluciones. Barcelona: Herder

NARDONE, G.; GIANNOTTI, E.y ROCHI, R. (2012) Modelos de Familia. Conocer y resolver los problemas entre padres e hijos. Barcelona: Herder

MINUCHIN, S. (1998). Calidoscopio familiar. Barcelona: Paidós

PORGES, S.W. (2017) Guía de bolsillo de la teoría polivagal: el poder transformador de sentirse seguro. Barcelona: Eleftheria

SCHWARTZ, R.C. (2015). Introducción al modelo de los sistemas de la familia interna. Barcelona: Eleftheria

En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.

Gorka SaituaAutor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com

 

6 comentarios en “La gran carga de nuestro ofendido interno

  1. Impresionante
    Muchas cosas por decirte

    – Siento mucho que hayas tenido que pasar por una experiencia así. ¿Cómo si llevases un regalo a un amigo con la ilusión de que vais a pasarlo bien, y te lo estampase en toda la cara junto con saliva del escupitajo de regalo)?.

    – Bendita cabeza la tuya que de aquello, vienes a explicar todo esto de esta manera. Las perspectivas desde las que miras las cosas son nuevas, transgresoras, llenas de belleza.

    Me quiero imaginar que soy esa persona, y…
    – Pedazo de respuesta la tuya: borrar el comentario. Si hubiera metido un guantazo al primero que pillase, al estilo «deberías sentir vergüenza», y esa persona me respondiera como tú, borrando el comentario, lo que pienso es que me ha tratado con todo el respeto y dignidad del mundo. Incluso bajo los efectos del guantazo, me quito el sombrero.
    – Borrándolo me ha protegido de lo que pueda venir detrás, de cualquier otra persona que pudiese ver lo patético de un comentario así. En lugar de dejarme expuesto a que me coman los bichos y se peguen un gran festín conmigo, me has protegido.
    – Tras eso has tenido que lidiar con el marrón de las emociones que saltan tras un guantazo de esa categoría, ¡y tienes la magnanimidad, la elegancia, la nobleza de publicar este post!.

    Te lo digo sin tapujos, hay que clonarte. Ya.
    Bendita la vaca que dio la leche con la que se alimentó la madre que te parió.

    Me gusta

    1. He aprendido algo que necesitaba que alguien me mostrase, sobre los halagos. Un regalo que probablemente no tiene ese nombre, y sea algo así más parecido a comunión.

      Y «clic», me ha venido a visitar esta cita de Allende a mi cabeza: «tenía la ternura torpe de quien nunca ha sido amado y tiene que improvisar».

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  2. Me pareció algo muy delicado y temía haber elegido mal las palabras, o el momento, y para rematar leí más adelante que no te gustaba mucho que tirasen flores por los post, y voy y remato con clonarte y la vaca, siendo de las que cuando mete la pata se entera cuando ya voy llegando a la altura del cuello, pues…eso. Así que de corazón, gracias por todo.

    Le gusta a 1 persona

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