[…] Es injusto que os lo pida, pero sed un poco comprensivos con ellas y ellos. Lo están pasando mal, y cuando las personas sufren, les cuesta mucho pensar y ponerse en el lugar de los demás. […]
Hola chicas y chicos;
No me conocéis de nada, pero quiero contaros un secreto.
Vuestras madres y vuestros padres tienen miedo.
Seguramente no os lo quieran decir, porque no quieren que os preocupéis. Pero lo están pasando bastante mal.
Por eso, les sentís estos días un poco raros.
Es posible que se enfaden más, que no quieran jugar, que no quieran hacer bromas, que se cierren más en sí mismos o tengan cambios repentinos de humor. Sea como sea, es posible que notéis que algo no va bien, y que estéis un poco inseguros y asustados.
Además, no se puede salir de casa. Y eso pesa a cualquiera.
Y la verdad es que las cosas se han complicado bastante. Por eso, tienen motivos para sentir ese miedo.
Sin embargo, quiero que sepáis que no sienten miedo a esa enfermedad de la que todo el mundo habla.
Bueno, igual un poco sí.
Pero seguramente no piensan que ellos o vosotros os vais a enfermar o morir por eso.
A ellos les preocupan otras cosas. Cosas que son más pequeñas. Por ejemplo, que su jefe no vaya a pagarles a final de mes, que no haya algunos productos en el supermercado, o que estén tan nerviosos por estar encerrados en casa que no sepan trataros como os merecéis.
A fin de cuentas, este virus lo ha complicado todo un poco. Y todos los mayores andan estresados y preocupados.
Es injusto que os lo pida, pero sed un poco comprensivos con ellos. Lo están pasando mal, y cuando las personas sufren, les cuesta mucho pensar y ponerse en el lugar de los demás.
Por eso, a veces, sentiréis que no os comprenden, o que están siendo injustos con vosotras y vosotros.
Pero os voy a decir un truco.
Pensad en las cosas que os dan miedo a vosotras y vosotros. Y decidles a ellos las cosas que os dan miedo.
Pero, sobre todo, preguntadles cuáles son sus miedos.
Puede que os sorprenda su respuesta. Pero seguro que todos esos miedos, los suyos y los vuestros, se hacen más pequeñitos y más llevaderos.
Porque, cuando se habla del miedo y se le mira con cariño —como a la emoción protectora que es—, y se le abraza con fuerza, el mundo se convierte en un lugar más seguro.
Y cuando hayáis hablado de vuestros miedos, mecerlos con un abrazo fuerte y largo.
Los miedos no soportan vernos unidos, como un equipo.
Referencias: BARUDY, J. y DANTAGNAN, M. (2009). Los buenos tratos a la infancia: parentalidad, apego y resiliencia. Barcelona: Gedisa BILBAO, A. (2015). El cerebro del niño explicado a los padres. Barcelona: Plataforma CYRULNIK. B. (2003). El murmullo de los fantasmas. Barcelona: Gedisa GONZÁLEZ, A. (2017). No soy yo. Entendiendo el trauma complejo, el apego, y la disociación: una guía para pacientes y profesionales. Editado por Amazon GONZÁLEZ, A. (2020). Lo bueno de tener un mal día. Cómo cuidar de nuestras emociones para estar mejor. Barcelona: Planeta SIEGUEL, D. (2012). El cerebro del niño. Barcelona: Alba Editorial PORGES, S.W. (2017) Guía de bolsillo de la teoría polivagal: el poder transformador de sentirse seguro. Barcelona: Eleftheria
En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.
Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com
La idea me parece buena, explicarles cómo estamos nosotros y cómo se refleja en nuestra conducta.
Pero no comparto contigo el contenido: «Vuestras madres y vuestros padres tienen miedo. ….tienen motivos para sentir ese miedo. …enfermar o morir. …. sufren».
Casi q yo misma, leyéndolo, me he asustado más de lo q estaba y ese no es el objetivo.
Así que me quedo con la idea y re-pienso otro texto.
Gracias
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Gracias. Es genial que trates de mejorar el texto. Es verdad, a veces soy un poco burro hablando. Sin embargo, creo que suele ser recomendable nombrar el miedo, como el resto de las emociones. Nombrarla no la hace más grande, sino que la sitúa en un plano accesible a nuestros recursos para la regulación emocional. Un saludo! ❤️
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