La ratonera del pensamiento racional

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Os voy a contar un secreto que no he contado a nadie. Es una estrategia que utilizo cuando me siento bloqueado en el trabajo. Cuando no consigo dar con las claves para ayudar a la gente. Pero me da apuro.

Os voy a contar un secreto que no he contado a nadie. Es una estrategia que utilizo cuando me siento bloqueado en el trabajo. Cuando no consigo dar con las claves para ayudar a la gente.

El proceso es sencillo, pero requiere tiempo. Son tres pasos:

PRIMERO. Saco “La Tarta de las Emociones”, una actividad que ya hemos presentado en este blog. E identifico las emociones de la persona a quien deseo ayudar. Trato de poner nombre al menos a 8 emociones que puede sentir al afrontar el problema que nos ocupa.

SEGUNDO. Música. Vistas esas emociones, intento localizar una canción que inspire —más o menos— el estado en el que se encuentra. Y la escucho varias veces, dejando fluir mi pensamiento con la mayor libertad posible.

TERCERO. Poesía. Llegado a este punto trato de hacer una composición escrita que describa cómo esa persona se siente. Pero —esto es importante— no trato de ser fiel a esa persona ni a su realidad, sino que trato de guiarme sólo por un criterio estético.

La verdad es que lo hago poco. Pero la experiencia suele marcar un antes y un después. De manera casi mágica aparecen las claves para que se sienta mejor conmigo, y codificadas en el texto escrito suelen estar algunas claves para ayudarle a resolver su dificultad o problema.

Buena idea ¿verdad?

Pues lo triste es que no lo haya contado nunca a nadie ¿Por qué? Porque me da vergüenza.

Ojo a lo que hay detrás.

Paul Watzlawick lo llamaba La Hipersolución del Racionalismo. La confianza absurda de que todos los problemas y dificultades se pueden superar mediante el uso de la razón. Y la creencia irracional en que, si las cosas no se solucionan, debemos aplicar con más fuerza la lógica.

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En este error caemos todos. Incluso los profesionales de la materia. Cuando algo no funciona, recurrimos en exceso a la lógica, y a nuestras maravillosas teorías científicas. Y durante nuestras reuniones hablamos muy en serio de lo que pasa, mostrando un conocimiento y un saber hacer que da gusto. Pero nos olvidamos de que, si en nuestros estudios y teorías todo encaja, es porque las hemos construido para que así sea.

El propio Hegel decía algo parecido a esto “si nuestras teorías no cuadran con los hechos, peor para los hechos”. Fantástico, el tío

Si tiene un defecto nuestro cerebro, es que no atiende a razones. La lógica de nuestra vida, no es la lógica que se enseña en la escuela.

Michel Foucault cuestionó el poder emancipador de la razón, llegando a la conclusión de que era una herramienta a disposición del estado para mantener las pasiones dormidas, y a las masas debidamente controladas

La realidad es que muchas dificultades familiares pueden explicarse por la sobreconfianza en el racionalismo. Los mensajes dirigidos a la parte izquierda del cerebro dificultan la conexión emocional, y el bienestar en la relación con nuestros hijos e hijas, haciendo que puedan llegar a sentirse solos en nuestra presencia, cuando no maltratados por nuestras —bienintencionadas— palabras.

La mente de nuestros hijos e hijas es tan compleja, que es injusto pedirle que atienda sólo a razones

Es así como nos encontramos con padres y madres que hacen las cosas “perfectas”, pero que viven en un perpetuo malestar con sus hijos e hijas.

Un ejercicio. Imagina lo duro es vivir con unos adultos que simbolizan unas metas a las que sabes que nunca vas a poder llegar. Y que además sientes alejados de ti la mayor parte del tiempo.

Imagina… no tengas miedo.


Con este artículo no pretendemos menospreciar el valor del pensamiento racional, sino advertir de las consecuencias que tiene para los niños, niñas y adolescentes abusar del mismo.

Gorka SaituaAutor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com

 

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