[…] La cosa es que reconocerse como una persona afectada por el trauma, cambió la mirada hacia la ansiedad. Ahora, esas sensaciones tenían un sentido y había un camino para recorrer: volver a esa consulta médica maldita, en la que uno se sintió morir, y tratar de incorporar al recuerdo el trato que necesitaba o le habría gustado tener. Y más en concreto, la mano amiga de su mujer. […]
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