La evolución del síntoma y el éxito de nuestro trabajo

Que la intensidad del síntoma crezca o decrezca no es suficiente información para valorar la calidad de nuestro trabajo. 

Hoy en día, todavía hay muchos profesionales que valoran el éxito de su trabajo en función de la evolución del síntoma. Ya sabes, si la intensidad del síntoma decrece o éste desaparece, vamos bien; pero si se agrava, estamos remando en sentido contrario, ¿no?

Esta forma de ver las cosas parece lógica. A fin de cuentas, todas y todos nosotros trabajamos para que las personas menores de edad y sus familias sufran lo menos posible, y los síntomas no son otra cosa que manifestaciones —sí, complejas— de este sufrimiento. 

Sí… pero no.

Esta visión de la realidad adolece de una falta de comprensión del trauma complejo o trauma del desarrollo que, para que nos entendamos rápido y mal, tiene que ver con las consecuencias tempranas que tiene desconfiar —e incluso sentir miedo— de las personas que tienen la responsabilidad de proteger y cuidar. 

Para muchas niñas y niños que han sufrido adversidad tempranala seguridad en el vínculo puede resultar, en sí misma, una fuente de inseguridad, miedo o incluso amenaza.

Por ejemplo, para una niña que se ha sentido rechazada por un padre que se regulaba activando la distancia, que éste se mantenga presente en su vida ahora, puede ser algo muy desestabilizador, porque al gusto por su presencia se añade, en la misma intensidad y medida, el miedo a sufrir un golpe todavía más fuerte: el que se encaja cuando se confía y la persona amada, de nuevo, desparece. 

El sistema nervioso peta cuando se cruzan los circuitos del apego (la necesidad de cercanía y vínculo) y de la protección (enfrentar de manera rápida y eficiente el peligro). 

Por eso es tan difícil currar en este ámbito, porque a veces hay que convencer a la gente de que aguante carros y carretas, y que persista en soluciones que parecen ir contra el sentido común, porque las niñas y niños maltratados sienten como peligroso cualquier atisbo de confianza. Pero sólo persistiendo en la adversidad pueden confiar en que, ahora sí, pueden recibir el trato que necesitan. 

Hasta aquí, fácil de entender. 

Pero el mismo razonamiento también sirve en sentido contrario. Esto es, que la desactivación de un síntoma puede ser, en sí misma, un indicador de que las cosas van a peor. 

Como lo oyes. 

Es algo que ocurre con frecuencia cuando los educadores entramos en ciclos de enactuación con las personas con quienes trabajamos. Esto es que nuestras partes protectoras y las de las personas a quienes acompañamos llegan a un equilibrio en el que no se avanza. 

Una persona cerca, con la postura que tú quieres, puede hacerte sentir aliviado o aliviada y, así, contener las reacciones de toda una familia, sobre todo, si forma parte de estructuras de control como pueden ser los servicios sociales municipales o especializados. Por eso, a veces, remite el síntoma, pero eso no implica necesariamente que se vaya por buen camino. 

De hecho, en el trabajo en protección a la infancia, a menudo consideramos que la reaparición de conductas protectoras relacionadas con el trauma —es decir, lo que suele denominarse “sintomáticas”— puede ser la consecuencia de que la persona siente que ahora puede recibir una respuesta reparadora, es decir, una oportunidad para avanzar cuidando del su dolor más profundo. 

Por eso, me cansan mucho las y los profesionales que valoran los avances sólo en función de la evolución de las conductas o actitudes sintomáticas. 

Apliquemos un poco el pensamiento sistémico complejo. 

¿No te parece?


Referencias:

GONZALO MARRODAN, J.L. y PÉREZ MUGA, O. Todos los niños vienen con un pan debajo del brazo. Bilbao: Descleé de Brouwer

LEVINE, P. A. y KLINE, M. (2017) Tus hijos a prueba de traumas. Una guía parental para infundir confianza, alegría y resiliencia. Barcelona: Eleftheria

PORGES, S.W. (2017) Guía de bolsillo de la teoría polivagal: el poder transformador de sentirse seguro. Barcelona: Eleftheria

RYGAARD, N. P. (2009). El niño abandonado. Barcelona: Gedisa

WALLIN, D. (2012). El apego en psicoterapia. Bilbao: Descleé de Brouwer


En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.


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Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, puedes ponerte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com

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