[…] Pero yo, que veo las cosas con el filtro de la lucha, no lo puedo ver como ella y pienso: «coño, Mariña, no hagas eso, que le estás dando la razón y alimentando su temor» y, claro, me cabreo un punto más. Y me sale un punto conductista que no me gusta nada reconocer: «estás provocando que nos lo vuelva a hacer». […]
Seguir leyendo «Diario de un gilipollas (I) «
Debe estar conectado para enviar un comentario.