Autorreconocimiento: ¿la tercera dimensión del autoestima?

[…] Para que nos entendamos. Si la primera implica una perspectiva cognitiva y la segunda afectiva, el autorreconocimiento es esencialmente relacional. Es decir, se define como la capacidad que tenemos las personas para reconocernos en las diferentes partes protectoras (directivas, apagafuegos y, sobre todo, exiliadas) que podemos articular. […]

Hace unos días asistí a una conferencia brutal de @Victor Amat, titulada “Autoestima Punk”. Me encantó su forma de exponer, y las ideas que pudo expresar. Y, como toda buena exposición, me llevé trabajo para pensar.

Nos venden que eso de la “relación con uno mismo” tiene que ver, básicamente, con dos cosas: el autoconcepto y el autoestima, ¿verdad? Siendo el primero la imagen o la idea que uno tiene sobre sí mismo —muchas veces condicionado por lo que los demás nos han trasladado—, y la segunda el aprecio que nos podemos dar. Un aprecio que tiene mucho que ver, como bien decía Víctor, con las metas que nos proponemos y el logro que nos podemos atribuir.

Fácil, ¿verdad?

Pues mucho me temo que no.

Todas y todos conocemos a personas que han logrado grandes cosas y que se ven a la altura del fango, como una cucaracha o bicho asqueroso en comparación con los demás. Y, claro, tú te les acercas, les miras y piensas, coño, amiga, levanta y anda, que eres la polla, ¿cómo es que no lo ves?

Es algo que, por ejemplo, pasa mucho con las personas intervenidas por los servicios sociales —sí, he dicho “intervenidas”, como a quien le hacen una maldita operación— que, en muchos casos, han sobrevivido a injusticias, maltratos y violencias salvajes, protegiéndose y protegiendo a los suyos y, aún así, se ven como una mierda en comparación con los demás.

Joder, colega. Has salido del maldito infierno y no te puedes atribuir ningún mérito, ¿por qué?

Creo que hay una tercera dimensión que se nos escapa. Más allá del autoconcepto y el autoestima, creo que deberíamos incorporar la idea de AUTORRECONOCIMIENTO.

Para que nos entendamos. Si la primera implica una perspectiva cognitiva y la segunda afectiva, el autorreconocimiento es esencialmente RELACIONAL. Es decir, se define como la capacidad que tenemos las personas para reconocernos en las diferentes partes protectoras (directivas, apagafuegos y, sobre todo, exiliadas) que podemos articular.

Todas y todos articulamos diferentes personajes para protegernos —eso está bien—. El problema es que con algunos podemos mantener una buena relación, porque nos molan; y a otros no los podemos ni ver, porque cargan con una profunda vergüenza muchas veces relacionada o asociada a episodios dolorosos o traumáticos de nuestra vida que nos devuelven la sensación de que nunca, jamás, seremos suficientes, por mucho que nos podamos esforzar.

Quiero decir que entre nosotros y esas PARTES EXILIADAS, a menudo se levantan BARRERAS DISOCIATIVAS, que son algo así como muros que nos impiden conectar con experiencias y sensaciones que sentimos que son muy complicado o imposibles de soportar.

Entonces, parece que se da un curioso fenómeno. Nuestra mente es, hasta cierto punto, muy buena protegiéndonos de esas experiencias o recuerdos dolorosos, saturados de vergüenza, que se hacen difíciles o incluso imposibles de soportar. Pero le cuesta más, mucho más, separarnos de esos personajes que hemos erigido para protegernos de los estímulos internos o externos que nos pueden llevar a conectar con ello. Unos personajes que, no obstante, están ensuciados por todas las sensaciones que nos hemos esforzado tanto por apartar.

Y, cuando aparecen esas partes exiliadas, apartamos la mirada, luchamos contra ellas, tratamos de distraernos, las negamos… todo para sostenernos a nosotros mismos, protegiendo nuestro autoestima, ejerciendo el máximo control.

Pero es justo ese control el que termina por estropear las cosas. Porque, cuanto más control tratamos de ejercer sobre nuestra mente y especialmente sobre esas partes protectoras que nos dan asquete, más reforzamos la idea de que no están bien. Y, coño, es evidente que son parte de nosotros que de la que no podemos prescindir. Que además, sienten más si cabe la necesidad de protegernos, cuando con nuestra actitud nerviosa, compulsiva, les trasladamos que algo va mal.

Y ahí es dónde se produce un maldito círculo vicioso, amigas y amigos. Porque, cuanto más se esfuerza uno por no conectar con la vergüenza, más abrumadora se vuelve la misma. Ahora ya no asociada a un evento concreto de nuestra vida —coño, qué mal lo pasé— sino a nuestra propia identidad —coño, qué mierda que soy—; y si hay partes de mí que son una caca de vaca, va a ser muy complicado que les atribuya el logro que merecen reconocer.

Si soy un mierda, ¿qué mérito puedo tener?

¿Ves? Ésa es la clave. Todas las partes protectoras exiliadas tienen una narrativa de logros por los que nadie les ha podido felicitar, a pesar del esfuerzo que han hecho durante toda la vida, o de lo que han sacrificado para llevarnos hasta aquí. Urge, por tanto, restaurar la relación con ellas, aunque en un primer acercamiento nos transmitan que no confían en nosotros… Porque, claro, con la caña que les hemos dado y las hostias que les ha dado todo el maldito mundo, ¿cómo van a poder confiar?

Sea como sea, no seáis capullos, y quedaros con que el autoestima tiene también una dimensión relacional. Una dimensión que, de no atenderse, hace más profundo el foso que nos separa de la seguridad. Y es justo esa seguridad la que nos permite, de manera sosegada y tranquila, reconocer el valor que tenemos, colocándonos en un mejor lugar.

Cuidado ahí, ¿vale?

No me jodáis.


Referencias:

AMAT. V. (2022). Psicología Punk. Contra el penamiento positivo y naif. Barcelona: Vergara

GONZÁLEZ, A. (2017). No soy yo. Entendiendo el trauma complejo, el apego, y la disociación: una guía para pacientes y profesionales. Editado por Amazon

SCHWARTZ, R.C. (2015). Introducción al modelo de los sistemas de la familia interna. Barcelona: Eleftheria


Gorka Saitua | educacion-familiar.com

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s