Dormir bien acompañado

Sobre el poder auto-regulador del apego seguro.  

No podía dormir.  

Normalmente duermo fenomenal, pero ayer la cosa no tiraba.  

Y claro, esas cosas pasan en el peor momento. Por ejemplo, cuando al día siguiente tienes un día cargado de curro del bueno.  

—Coño, Gorka, duérmete —me decía—. Que mañana tienes un día jodido.  

—Que no puedo, tío —me respondía—. Estoy hiperactivado: tengo la mente a full, y hasta las piernas inquietas.  

—No jodas colega. Prueba a distraerte con un vídeo de YouTube, o ponte ruido blanco —contestaba —, que a veces te ayuda.  

—Pero no ves que ya lo he intentado. ¡No funciona! 

—Pues tú verás majo, pero mañana vas a estar en las sesiones hecho una ñapa —me reprochaba —. Y te tocan 3 que son importantísimas.  

—¿Puedes decirme, para variar, algo que me funcione?  

Así, casi una hora.  

Pero, de repente, fui consciente de lo que estaba haciendo: maltratándome a mí mismo.  

Las personas interiorizamos patrones de relación que ponemos en práctica con nosotros mismos. Si tenemos un apego seguro, estos patrones suelen estar relacionados con el buen trato. Pero, si tenemos un apego inseguro o desorganizado, suelen estar relacionados con el rechazo, el control o la agresión hacia uno mismo.  

Por eso, hay personas que se regulan bien, y otras que entran en círculos viciosos que les hacen sufrir un montón, y que se repiten día tras día, hasta agotar su sistema nervioso.  

Lo bueno es que, si somos conscientes de lo que hacemos y de lo que necesitamos, podemos dar vuelta a la tortilla.  

—¿Te das cuenta, Gorka? —me dije—. Te estás tratando mal a ti mismo.  

—Es verdad. Y eso no ayuda.  

—Vamos a tener que activar el autocuidado.  

—Ya… otras veces ha funcionado —me respondí—. Pero no creo que sirva ahora. La cosa es que no tengo sueño.  

—Sí, claro, no tienes sueño porque estás agitado. Y estás agitado porque te estás tratando como a un enemigo.  

—Ya… 

—¿Probamos? No perdemos nada por intentarlo.  

—Vale.  

Este paso es clave. Dar paso a la exploración desde la curiosidad. Sin pretensiones de ningún tipo.  

—Tienes que saber una cosa —empecé—. Lo estás pasando mal y te mereces tratarte bien, siempre, con independencia de las circunstancias.  

—Lo sé. Pero a veces no consigo hacerlo yo sólo. Necesito ayuda.  

—Pues vamos a buscar esa ayuda, ¿te acompaño? 

—Vale. Creo que lo necesito.  

—Recuerda un momento en el que te hayas sentido especialmente a gusto con una persona a la que quieres. Puede ser de ahora, o del pasado —me aconsejé—. Confía en que, donde vaya tu mente, está la compañía que ahora necesitas.  

Dejé la mente vagar. En este momento, las sensaciones de las piernas se habían aplacado casi por completo. Y la angustia del pecho estaba presente, pero en niveles mucho más tolerables.  

—Lo tengo —dije, casi en alto.  

—¿Dónde te gustaría estar, amigo? 

—Pescando en Armintza con Aitite —mi abuelo, fallecido cuando yo era adolescente.  

—¿Te gustaría volver a ese momento? 

—Me encantaría —me respondí, mientras se me escapaba una lágrima de tristeza.  

—Pues, si quieres, podemos pedirle que esté aquí: en esta habitación, con nosotros —me propuse —. Sería un gesto bonito. 

No creo en la vida después de la muerte, ni en espíritus, ni en nada parecido. Pero sí en honrar a las personas que tan bien han nos han acompañado.  

Así que me di la vuelta en la cama, e imaginé que él estaba ahí, sentado en la oscuridad, mirándome callado.  

Vaya, ahora me estoy emocionando.  

Sentí una profunda tristeza, pero mi cuerpo se relajó por completo.  

—¿Podrías ayudarme? —le pedí a él, casi en alto—. Creo que ahora te necesito mucho.  

Pum. Las piernas estaban blandas y la angustia había desaparecido por completo.  

Sería la 1 de la mañana y, casi sin darme cuenta, caí profundamente dormido. 


Ése es el poder [auto]regulador del apego seguro.

¿Se ve? 


En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es image.png

Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, puedes ponerte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com

2 comentarios en “Dormir bien acompañado

Deja un comentario