[…] Quiero lanzar una idea, que también quiere ser una recomendación a la administración educativa: cumplidas las normas se seguridad, lo primero es la regulación emocional del personal docente. […]
En los últimos días, hemos puesto el foco de atención en las medidas que el sistema educativo ha impuesto para proteger a las niñas y los niños, a la comunidad escolar y las familas.
Y no es para menos.
Muchas de esas medidas desatienden las necesidades de la infancia, cuando no resultan claramente maltratantes, por lo que resulta comprensible que parte de la sociedad se revele contra lo que está viendo en los centros de enseñanza.
Sin embargo, a menudo olvidamos que este tipo de medidas son también dolorosas para el personal docente.
Por eso, me gustaría hablarles directamente a ellas y a ellos, las personas que están en primera línea de esta crisis tan formidable, tratando de cuidar de sus alumnas y alumnas lo mejor posible, a pesar de las normas y restricciones impuestas.
Yo, al menos, quiero ser vuestro aliado.
Soy consciente de que muchas y muchos de vosotros os habéis incorporado al trabajo con muy mal cuerpo. Imagino que, si paráis un momento, podéis notar sensaciones muy desagradables en el estómago, la espalda o el pecho.
También intuyo que, muchas y muchos de vosotros, tendréis la sensación de que no estáis haciendo bien vuestro trabajo. Quizás, os falte la motivación del año pasado, os sintáis embotados o espesos, olvidéis las cosas, o os cueste conectar con el alumnado.
Muchos trataréis de enfrentar esta realidad con los recursos que habéis puesto en marcha hasta ahora. Por ejemplo, activando más si cabe el compromiso, la exigencia o el esfuerzo, muy propios de las personas que eligieron vivir cuidando de otras.
A fin de cuentas, tenéis la obligación de cumplir con un currículum que, según avanzan los niveles, es cada vez más rígido y férreo.
Pero también es probable que todas esas soluciones que en el pasado sirvieron, no os ayuden a estar mejor, sino que contribuyan a empeorar las cosas.
Algunas y algunos sentiréis que esas sensaciones se hacen más fuertes y desagradables, y que, hagáis lo que hagáis, sólo van a peor, perjudicando vuestra salud mental y física, en un círculo vicioso.
Por eso, quiero lanzar una idea, que también quiere ser una recomendación a la administración educativa: cumplidas las normas se seguridad, lo primero es la regulación emocional del personal docente.
Es lo primero en términos de justicia. Maestros y profesores sufristeis un enorme estrés durante los meses del confinamiento, tratando de hacer lo mejor posible vuestro trabajo y cumplir unos objetivos que no estaban al alcance de vuestra mano. Además, no habéis podido descansar plenamente durante vacaciones, bombardeados con información que sólo reportaba más inseguridad a vuestra vida y vuestro trabajo.
También es lo primero en relación a la protección y el bienestar del alumnado. El sistema educativo os necesita aliviados, relajados y tranquilos, para que podáis captar las necesidades de las niñas, los niños y adolescentes a vuestro cargo, y que os sientan como una base segura en la que confiar y a la que recurrir cuando las cosas se pongan feas.
Y se pueden poner muy chungas.
Pero, también, es lo primero en relación a los procesos de enseñanza-aprendizaje. El alumnado sólo pueden aprender si sienten, muy dentro en el cuerpo, que la persona “para la que aprenden” es suficientemente sabia, fuerte y amable, y les mira como sujetos valiosos, que pueden hacer un uso eficaz de su intelecto, su espíritu crítico y su autonomía.
Soy consciente de que la administración educativa no os está cuidando.
Y dudo mucho de que vaya a hacerlo.
La sensación sentida desde fuera es que los protocolos se han impuesto rápido y mal, y que sólo contienen medidas de protección contra la enfermedad, pero muy pocas medidas orientadas a promover el bienestar, en sentimiento de comunidad y los cuidados.
Eso es un grave error, porque nada funciona bien con esos niveles de estrés, ni mucho menos si este se sostiene en el tiempo.
Es injusto, va en contra de los objetivos de cualquier centro de enseñanza, y causa daño.
Así, que os dejo aquí una propuesta: cread grupos de autocuidado.
Dentro o fuera de vuestra jornada. Quedad con personas en quienes confiéis, no con el objetivo de buscar soluciones, sino de atender lo que lleváis dentro. Prestad atención al cuerpo y a las imágenes e ideas que van de su mano. Cread redes de empatía, más allá de la colaboración o del desempeño de la tarea.
En el contexto de protección a la infancia, tenemos algunas experiencias en este sentido.
Si queréis, conectamos por medios telemáticos y os lo cuento.
Por mi parte, disponéis de mi tiempo. Es un regalo.
En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.

Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, puedes ponerte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com
Voy a ser simplista, pero seguro que me lo perdonáis por las limitaciones del canal.
Cuando era joven y tenía más pelo, me enseñaron que una cosa es la enseñanza, con sus protocolos, sus objetivos, su metodología, su didáctica, su evaluación y sus calificaciones; y otra muy diferente es el aprendizaje.
Para que el aprendizaje se produzca, deben cumplirse una serie de requisitos, muchos de los cuales tienen que ver con el estado anímico del educando, y las condiciones contextuales y relacionales.
Puede haber aprendizaje sin enseñanza; y enseñanza sin aprendizaje.
La enseñanza no provoca el aprendizaje. El aprendizaje se produce, entre otras cosas, por mediación de la curiosidad, la motivación de logro, y el deseo de ser representado y valorado en la mente de otra persona a quien se percibe como sabia, fuerte y amable.
Y todo eso, desaparece con el MIEDO.
¿Vamos a caer DE NUEVO en el ERROR de priorizar una enseñanza que no contempla la psicobiología del aprendizaje?
¿O vamos a poner el foco en lo que nuestras alumnas y alumnos necesitan para APRENDER?
Eso es aplacar la incertidumbre y el miedo. Lo cual, sólo se logra consolidando redes de SOLIDARIDAD y activando los CUIDADOS.
* Es de primero de pedagogía. No digo nada nuevo.
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Gorka Saitua | educacion-familiar.com
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