La angustia como represión de la tristeza, y/o conflicto interno

[…] —He pensado que podemos hacer un experimento —empecé a decir—. Creo que resultar ser muy esclarecedor.

Miraba hacia abajo, con la espalda y los hombros tensos. En mi cuerpo resonaba la angustia, y una tensión dolorosa en la parte trasera del cuello. […]

—No sé si es buena idea pero, ¿me dejas que te corrija? —pregunté.

Murmuró algo que apenas pude escuchar.

—Vale. Entiendo —dije.

Me dispuse a estar un rato en silencio.

—No, dime —contestó, mirándome a los ojos.

—He pensado que podemos hacer un experimento —empecé a decir—. Creo que resultar ser muy esclarecedor.

Miraba hacia abajo, con la espalda y los hombros tensos. En mi cuerpo resonaba la angustia, y una tensión dolorosa en la parte trasera del cuello.

—De acuerdo —asintió.

—Bien. Me gustaría que situaras toda tu atención en esa parte del cuerpo donde sientes la emoción —propuse.

—Es aquí, en el pecho —dijo, colocando la mano justo donde a mí me estaba resonando.

—Bien. Deja la atención puesta ahí, y sostenla un rato —le indiqué.

Quedó en silencio, y pude ver cómo sus músculos se ponían más rígidos.

—Voy a decirte una frase sencilla, y quiero que sientas como impacta justo ahí, en esa sensación tan fuerte del pecho.

Afirmó con un movimiento de cabeza.

Hice un silencio largo, para dejarle que conectara con esa angustia y para que la sintiera en el cuerpo. Ciando sentí que estaba allí, le dije:

—«No puedes cambiar las cosas.»

Estalló el llanto llanto.

Inmediatamente sus hombros se relajaron, y el cuello comenzó a moverse al ritmo de las lágrimas.

Dejé que llorara un buen rato, diciéndole a ratos, que estaba bien estar así, que la tristeza no iba a causarle daño.

Cuando paró y respiró profundo, le dije:

—No estoy dentro de ti, y puede ser que me equivoque. Pero estoy pensando que, lo que de verdad sentías, no era tristeza, sino ANGUSTIA. La tristeza es lo que ha venido ahora, y ha relajado tu cuerpo.

Escuchaba.

—A menudo, la angustia es un indicador. Una señal de alarma —continué—. Nos dice que hay una emoción que no puede expresarse, o un conflicto interno.

Me dio la razón con la mirada.

—Sí. En tu caso, he intuido que podía estar relacionada con esa presión que te impones para hacer bien las cosas, o con el intento de evadir la tristeza —dije.

—Es que no se puede estar siempre triste, Gorka —me respondió—. Tengo dos hijos.

Me estaba diciendo que no quería causarles daño.

—¿Cómo está tu cuerpo ahora? —le pregunté.

Se hizo un silencio.

Muy bien. Relajado y tranquilo.

—¿Y la angustia?

—Ha desaparecido.

—A veces, tratamos de reprimir la tristeza, porque nos hace sufrir y conectar con cosas que duelen. O porque, en nuestra historia de crianza, nadie supo acompañarla como es debido —le expliqué—. Así, muchas personas tienen la sensación de que es su enemiga.

Me estaba prestando mucha atención.

—Sin embargo, la tristeza tiene también muchas cosas buenas —dije—. Nos permite llorar, que es válvula de escape preferida de nuestro cuerpo. Y además, nos ayuda a estar más en contacto con lo que sentimos y necesitamos, y más íntimamente conectados con el resto.

—Tienes razón.

—Si dejamos salir a la tristeza, se marcha. La angustia, se queda —concluí—. Y si hay una cosa de la que estoy convencido, es que tu cuerpo no se merece ni esa tensión, ni ese sufrimiento.

Referencias: 

GONZÁLEZ, A. (2020). Lo bueno de tener un mal día. Cómo cuidar de nuestras emociones para estar mejor. Barcelona: Planeta

NARDONE, G. (2015). Ayudar a los padres a ayudar a los hijos: problemas y soluciones para el ciclo de la vida. Barcelona: Herder

NARDONE, G. (2009). Psicosoluciones. Barcelona: Herder

PORGES, S.W. (2017) Guía de bolsillo de la teoría polivagal: el poder transformador de sentirse seguro. Barcelona: Eleftheria

En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.

Gorka Saitua

Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com

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