A veces, dejar fracasar es una forma de sostener la motivación para el estudio.
Cuando tenía 16 años, suspendí 6 de 9 asignaturas.
Entre ellas, lengua, porque tenía muchas faltas de ortografía y leía “regulero”.
Nunca fui un alumno brillante pero, yo que sé, iba tirando. Y, de repente, hostión guapo.
Llegué a casa acojonado. Tenía que enfrentarme a la decepción de mi madre y de mi padre y, seguramente, a un buen castigo.
Pero no ocurrió nada de eso.
Imagino que se pusieron tristes, pero no tomaron ninguna decisión al respecto. Sí, hablaron conmigo, pero sobre todo para hacerme sentir apoyado y tranquilo.
Fue una conversación, sin más. Y lo dejaron pasar, sin que me llegara que le daban demasiada importancia.
A partir de entonces, mi desempeño como estudiante cayó. Y hasta que llegué a la universidad, fui renqueando.
Había algunas asignaturas que me gustaban, y las aprobaba con facilidad; pero en otras muchas era un estudiante pésimo. No me esforzaba nada.
Aún así, nunca sufrí presiones.
Cuando llegué a la universidad, todo cambió de repente.
Me gustaba lo que estudiaba, y empecé a poner interés y ganas. Muchas compañeras y compañeros se burlaban de mí, porque llevaba los estudios al día, y al llegar los exámenes, prácticamente no tenía que estudiar nada.
Leía sobre los temas que me interesaban, y profundizaba en algunas materias.
Me convertí en un friki de cuidado, con el resultado de que obtuve un certificado de que era de los primeros de mi promoción, y el reconocimiento de algunos profesores.
Sin haberlo querido y sin haberlo buscado.
Hoy, llegado a este punto, con un trabajo que me gusta y la vida que quiero, me gustaría agradecer a mi padre y mi madre lo que hicieron. Porque, si hoy en día siento que puedo disfrutar del aprendizaje y hacerlo sólo, si sigo siendo el mismo friki al que le gusta investigar y hacer las cosas a su manera, es porque supieron mantenerse al margen, confiando en mí, y dejándome seguir mi camino.
Respetaron que evitara lo que detesto. Y lograron que amara lo que hago.
Por favor, profesores. Nunca, jamás, juzguéis a un alumno por nada, ni mucho menos por su desempeño.
Y sí, menos mal que existe el corrector, porque las faltas las sigo teniendo 😜
En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.
Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com