El niño, el troll y el sabio | recurso para el trabajo con partes, y para la visión de la mente 

Muchas personas adultas que han sido gravemente vulneradas en su infancia adolecen de falta de integración en las partes que configuran su mente. Y estas dificultades en la integración de impulsos, deber y racionalidad, está en el origen de muchas de las dificultades de relación que establecen consigo mismas, con sus hijos e hijas y con su entorno.

Podemos entender el sufrimiento de muchas personas que hay sufrido daño, si observamos su mente como un todo formado por 3 partes que se relacionan entre sí.

Una primera parte, sería como un NIÑO o una NIÑA. Es la parte que SIENTE y que expresa, sin ningún tipo de filtro, sus necesidades.

Una segunda parte, sería como un TROLL que lleva un mazo. Es la parte que PROTEGE, y se encarga de poner orden, a través del sentimiento de CULPA y de la MORALIDAD. Tiene mucho que ver con cómo nos hemos sentido tratados por las personas a quienes queremos.

Y una tercera parte, sería como un SABIO o una SABIA, que es capaz de aplicar cierta racionalidad al mundo —interior y exterior para comprenderlo y gobernarlo.

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El sufrimiento de muchas personas puede representarse como la interacción de estas 3 partes

Estas 3 partes —que se corresponden con diferentes estructuras o sistemas del cerebro— se relacionan entre sí y con las partes de otras personas a través de un sistema de CREENCIAS IMPLÍCITAS, que configuran un marco de acción.


El NIÑO o la NIÑA de las personas que han sufrido negligencia, abuso o maltrato, siente que muchas de sus necesidades (de seguridad, afecto, reconocimiento, validación, etc.) no han sido satisfechas, por lo que invierte mucha energía para conseguir los cuidados que le han faltado.

«Tengo mucho miedo. Me siento desamparado y solo en un mundo que es peligroso. »

«Tengo que conseguir lo que necesito, siento que me va la vida en ello.»

Etc.

EL TROLL o LA TROLL, de esas personas que lo han pasado mal, es especialmente fuerte, debido a que ha tenido que proteger al niño o la niña, y a toda la familia, de grandes peligros, a lo largo de enormes periodos de tiempo.

«Esfuérzate. Haz las cosas bien. Nunca has sido suficientemente buena.»

«El mundo es peligroso. No te fíes de nadie. Todos tienen malas intenciones y están en tu contra.»

Etc.

Y su SABIO o su SABIA, ha tenido muy pocas oportunidades de ejercitarse, porque siempre ha actuado esa parte protectora por él, negándolo con fuerza.

«Por mucho que me esfuerce, no vale para nada.»

«Cuanto más trato prestar atención y razonar, peor me sale todo.»

Etc.


Pero lo más interesante, es ver esta fotografía en movimiento. Ver cómo se relacionan estos personajes, a través de un DIÁLOGO INTERNO.

A veces, ocurre algo como esto:

Todo empieza con un estímulo neutro. Por ejemplo, una mirada despistada.

—¿Habéis visto eso? —puede iniciar el niño o la niña— ¿Qué está pensando? Seguro que piensa que no sirvo para nada ¡Hay que hacer algo!

—¿Pero tú te has visto? —puede responder el troll—. Ya estás lloriqueando como siempre, ¡ponte firme y actúa como es debido!

¡¡No estoy loco!! ¡¡No son imaginaciones mías!! —gritaría el niño, al sentirse atacado.

¿Ya estás montando el espectáculo? —le podría cuestionar el troll—. Apártate y déjame hacer las cosas a mí, que tú siempre empeorado las cosas.

Os podéis imaginar cómo sigue.

Mientras, el sabio presenciaría esta discusión que sube y sube de intensidad, con miedo a intervenir y empeorar las cosas. Cuanto más discuten el niño y el troll más pequeño e inútil se sentirá, y recordará otros momentos similares en los que se sintió ineficaz e incompetente.


En parte, podemos entender y abordar el TRAUMAy más aún, el TRAUMA DEL DESARROLLO— como un diálogo interno que incrementa el estrés del sistema, empujándolo fuera de su ventana de tolerancia; o, en los casos más graves, como la ruptura de la comunicación entre estas partes que impide que la persona siente que tiene el control.

Este sencillo esquema —que es bastante simplista, pero ayuda a entender las cosas— nos permite valorar la relación que nosotros, como trabajadoras y trabajadores, establecemos con las personas y familias con quiénes trabajamos.

La primera pregunta sería ¿qué parte activa la persona a quién acompañamos en la relación con nosotras y nosotros?

Y la segunda cae de seguido: ¿con qué parte tendemos a relacionarnos prioritariamente con esa persona, y cómo le afecta?

Aceptemos, aquí, que muy habitual que reproduzcamos los patrones de relación que siempre han afectado a estas personas, y que ése estilo de relación no les ayuda.

Por ejemplo, ante un adolescente que se muestra muy infantil, desregulado y con comportamientos caotizantes, solemos relacionarnos con él desde nuestro troll, invitándole a pensar, decidir o tomar sus propias decisiones. Es decir, haciéndole sentir juzgado y, por tanto, empujándome a mayores niveles de sufrimiento.

O ante una persona que nos juzga y nos maltrata como profesionales, solemos activar nuestro niño, al sentir que esos ataques tienen que ver con nuestra inseguridad o carencias personales.

Podemos tratar de disimular, pero debemos aceptar que, aunque tenemos algo de control sobre lo que decimos y hacemos, no podemos elegir qué parte activamos.


En el trabajo con personas que han sufrido mucho daño no es tan importante qué hacemos, o qué metodología utilizamos, como el tipo de relación que establecemos con las personas a quienes acompañamos.

Pero la calidad de dicha relación no dependerá de nuestros estudios, sino de las experiencias de BUENOS TRATOS de las que hayamos disfrutado a lo largo de nuestra vida, y particularmente en la infancia temprana, de la SUPERVISIÓN y del TRABAJO PERSONAL que hayamos podido realizar.

Sólo así, esas partes que configuran a la persona que fue una niña o un niño vulnerado, pueden obtener lo que necesitan.

El NIÑO o la NIÑA, que se reconozca y se dé valor a sus necesidades. Que se le haga “sentir sentido”, seguro y acunado, en un estilo de relación sensible a las señales que pueda emitir, y reconocido como la fuente del impulso vital que moviliza a todo el sistema. Y así, empezar a sentir que sus necesidades pueden ser reconocidas y satisfechas, sin necesidad de movilizar tanta energía, porque el mundo es ahora algo más amable y seguro.

Que EL TROLL o LA TROLL, por muy feo y bruto que sea, pueda sentir el reconocimiento de ser la parte que ha protegido al resto de partes, y muy a menudo a las personas que quiere, de males mayores, utilizando estrategias muy sabias en el contexto en que nació, y con los recursos de que disponía entonces. Y que sepa que ahora, que la persona tiene más recursos, puede retirarse a descansar un rato, cuando el peligro haya pasado.

Y el SABIO o la SABIA, sentir que, ahora que el niño se ha relajado, y el troll está descansando, observar con curiosidad qué pasa dentro y fuera cuando se ponen en práctica otro tipo de estrategias creativas, explorando cuáles son, de verdad, las decisiones que mejoran la calidad de vida de todo el sistema, sin el estrés y el malestar que genera el conflicto entre el niño alterado, y un troll en pie de guerra.

¿Se ve?


Ejercicio:

Piensa en un caso que te esté resultando complicado, y responde a las siguientes preguntas:

¿Con qué parte te relacionas con las personas a quienes acompañas?

¿Qué parte sientes que tendrías que activar para hacer sentir más seguras a las personas a quienes acompañas?

¿Cómo te hace sentir la reflexión que has hecho? ¿Qué parte sientes que se activa cuando observas lo que está pasando?

¿Sientes que dispones de suficiente flexibilidad para activar una u otra parte según las necesidades de la persona y el contexto?

Si piensas en lo que necesitan las 3 partes —mira la última parte del artículo— qué trabajo necesitas hacer en supervisión para darles la mirada y el trato que necesitan.

¿Crees que puedes hacerlo en un contexto de supervisión o que necesitas algo de trabajo personal?

Si quieres, déjanos en los comentarios una frase que, de alguna manera, resuma tu relfexión.

¡Gracias!


Gorka Saitua

Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com

Un comentario en “El niño, el troll y el sabio | recurso para el trabajo con partes, y para la visión de la mente 

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