Vamos a ir ilustrando este cuento para Amara.
Inspirado en un personaje del fantástico cuento "Monstruo Rosa", de Olga de Dios.
Bicho Pelota era la pieza principal de una gran máquina.
Gracias a él, todo funcionaba perfectamente.
Los silbatos sonaban, y los engranajes se movían.
El resto de las piezas, lo miraban con envidia.
—Mirad qué bien lo hace Bicho Pelota. Nadie rueda como él —decían.
Un día, oyó una voz proveniente del saco de las piezas rotas.
—Oye, tú. Sí, tú —escuchó decir.
—¿Es a mí? —preguntó Bicho Pelota.
—Sí. Contigo quiero hablar, Bicho Pelota —dijo la pieza rota.
Era una rueda dentada, que había perdido varios dientes.
—¿Qué quieres?
—Ven hasta aquí —le pidió la pieza rota.
—No puedo, si me marcho parará la máquina —se quejó Bicho Pelota.
—Déjate de tonterías y ven —le dijo con firmeza la pieza rota.
Bicho Pelota salió de la máquina, sorprendiéndose de que continuara funcionando sin él.
«¡Ohhh!»
Al llegar hasta la rueda desdentada, ésta le dijo:
—Mira desde aquí. Dime me lo que ves.
—Veo que la máquina sigue funcionando —respondió Bicho Pelota—. Que todas las piezas se mueven. Que por delante entra el acero, y por detrás salen…
Se quedó frío como un témpano de hielo.
—¿Qué es lo que sale, Bicho Pelota? —le preguntó la pieza rota.
—Están saliendo… armas… —dijo Bicho Pelota muy bajito—. Hay espadas, pistolas y granadas. Son cosas que hacen daño.
—Ahora que lo has visto, puedes elegir con libertad —dijo la rueda a la que le faltaban los dientes.
Bicho Pelota miró a la máquina. Miró hacia el horizonte. Por un lado, quería volver al trabajo; pero no quería ser parte de una máquina que producía heridas y muerte.
Tras mucho pensarlo, decidió caminar hacia el horizonte.
Detrás de él escuchó al resto de piezas de la máquina murmurar:
«¿A dónde se cree que va?»
«¿Quién se cree que es?»
«Menudo idiota.»
«Seguro que vuelve arrepentido.»
«No podrá.»
Muchas se reían de él.
Otras la despreciaban.
En su viaje…
A veces sentía miedo.
A veces se sentía solo.
A veces rodaba con facilidad.
A veces, dudaba.
Y otras veces quedaba encallado en unas piedras.
Un día se perdió en la niebla.
No sabía hacia dónde ir. Estaba sólo, perdido, y con mucho frío.
Entonces, sopló el viento.
La niebla se fue.
Y aparecieron un montón de bichos raros.
Unos eran grandes.
Otros pequeños.
Todos eran de diferentes colores.
Y se trataban con cariño.
Cultivaban lo que comían. Y trataban con cariño a los animales.
También se cuidaban mucho entre ellos.
Nunca se arrepintió de dejar la máquina.
Las piezas nunca supieron de su suerte.
Hoy en día, todavía piensan que fracasó y que nunca llegó a mejor destino.
Eso no le importa a Bicho Pelota, porque vive y descansa con sus amigos.
Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com
Gorka eres la bomba.
Supongo que cada uno al leerte interpretara X… Pero hoy me veo bicho Pelota liberada. Gracias por seguir escribiendo. Eres gasolina!
Me gustaLe gusta a 1 persona
En mi cabeza iban los tiros un poco por ahí 😉
Me gustaMe gusta