Una historia real para sentir y pensar.
Aran es de esas personas que añaden un plus a su trabajo. Es educadora en un centro de acogida y tiene claras cuáles son las cosas importantes. Así que, siempre que puede, dedica un rato largo al aseo de los niños y niñas.
Piensa que la hora del baño es una oportunidad para mimarlos y hacerles tonterías; para proporcionarles experiencias gratas de juego y contacto físico. Pero, sobre todo, lo hace porque lo disfruta.
Aquel día estaba bañando a una niña de 8 años a quien llamaremos Paula.
Como tantas otras veces, Aran le había puesto en agua de la bañera a su gusto, muy caliente y con mucha espuma. Le había traído juguetes, y habían hablado de sus cosas muy animadamente. Al salir, arrugada como una pasa, habían estado haciendo un rato el tonto, disfrazándose como dos locas con toallas. Simularon que eran superhéroes, princesas y novias el día de su boda, y que eran millonarias e iban a un spa de lujo con dulces y masajes.
Decidieron salir guapas. Así que pensaron que era una buena idea embadurnarse de crema hidratante. Aran aprovechó para que la niña sintiera su contacto esforzándose por darle mucho gustito por todo el cuerpo.
—Aran —dijo Paula, mientras se encontraba de espaldas—.
—¿Qué cariño? —respondió mi compañera—.
—¿Tu madre también te hacía tan bien esto? —y la pregunta sonó como una sentencia—.
¿Qué te ha hecho sentir esta historia? ¿Qué respuesta ayudaría más a Paula? ¿Qué habrías hecho tú en lugar de mi compañera? Nos encantaría conocer tu opinión, así que ¡No te cortes!
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Ufff…en mi caso no. Mi madre es una gran mujer a la que ha tocado una vida difícil. Mi recuerdo sobre ella en mi infancia es que estaba siempre, o casi siempre, ocupada y preocupada. Me mima mucho más ahora que soy adulta y recupera con los nietos el tiempo que perdió con mis hermanos y conmigo en otros quehaceres.
Por eso yo intento todo lo contrario. Que cada minuto que paso con mi hijo sea intenso, divertido, cargado de emociones y sentimientos, que alimente nuestro vínculo y que le generen bonitos recuerdos en los que apoyarse cuando sea mayor.
Un saludo y felicidades a indartzen por el blog.
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Cierto Marian. Una de las ideas más fascinantes del fenómeno de la resiliencia es que nadie está irremediablemente condenado a repetir su historia familiar.
Muchas gracias por tu comentario. Estamos comenzando con este proyecto y cualquier empojón nos sienta de maravilla.
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