El mayor fraude de la educación familiar 

[…] Uno de los grandes fraudes—así, en mayúsculas— de la psicología y la educación familiar es atribuir a las madres y los padres por defecto la responsabilidad del sufrimiento que padecen sus hijas o hijos. Ya sabes, como si existiera una relación causal entre los cuidados que han recibido y los síntomas que puedan presentar. […] 

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En una realidad paralela 

[…] Porque, amigas y amigos, por mucho que nos pese, las escuelas, a fecha de hoy, están a años luz de interpretar los síntomas o el sufrimiento infantil desde una perspectiva vincular o relacional. Sencillamente, el personal docente, e incluso las orientadoras y orientadores —a menudo conductistas— no tienen suficiente formación para hacerlo. […] 

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Lo único que me queda 

[…] En estas condiciones, el único lugar donde se sentía valiosa la niña, era en casa, con sus figuras de apego y de referencia, que sí podían verla como una niña valiosa, con independencia de sus dificultades o circunstancias. Por eso, le cuesta tanto reconocer sus errores… quizás, porque todo su cuerpo grita:  «Aquí no, por favor. Aquí no me hagáis también sentir pequeñita.» […] 

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El día que se me salió el corazón | una metáfora del trauma 

[…] Cuando se me salió el corazón, lo recogí apresuradamente, antes de que lo viera nadie.  

Lo coloqué en su sitio como pude, con mucho dolor a través de la herida. Miré a mi alrededor para asegurarme de que no había nadie, y abandoné el lugar tembloroso, dejando un charco de sangre púrpura en el suelo. […] 

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