Confiar en su sistema nervioso: un regalo para las niñas y niños

[…] Puedo equivocarme en la interpretación de los acontecimientos. No estoy ahí, y no veo lo que realmente pasa. Pero de lo que estoy seguro es de que las personas mayores —nosotros incluidos— confiamos muy poco en la capacidad del sistema nervioso de las niñas o niños para satisfacer sus necesidades de manera natural, sin la interferencia de una figura adulta. […]

Nos gustaría mucho que Amara echara la siesta en la Ikastola. 

Para su madre y para mí sería un puntazo. No sólo porque saldría descansada del cole, y podría pasar más tiempo con nosotros, sino porque así nos evitaría el esfuerzo de enseñarle a dormir sola en casa. 

Sin embargo, parece que la niña no está por la labor. La profe nos ha contado que, cuando el resto de niñas y niños duermen, ella prefiere quedarse a jugar, cosa que, lógicamente, se le permite. 

Nuestro primer impulso y nuestras primeras acciones estuvieron orientadas a hablar con ella y decirle, oye tía, estaría guay que durmieras, mira qué ventajas tiene para ti, ya te enseño yo cómo se hace. Y el [único] día que lo consiguió, casi montamos una fiesta. 

Nada malo, ¿verdad?

Bueno, depende de cómo se mire. 

Porque la conducta de las niñas y los niños sólo puede interpretarse en términos de necesidades, y de la adaptación que tienen que hacer al contexto para satisfacerlas. 

En el caso de nuestra hija, es evidente que está pasando por retos muy difíciles y, si me apuras, por un proceso de duelo. Esta semana es la primera en la que se queda a “echar la siesta” en el cole, lo cual, supone pasar, casi de golpe, de 3 a 6 horas de clase. Es decir, 3 horacas más de estar separada de su familia. Y se lo tiene que comer, todito. 

Tiene que aceptar que su vida, a partir de este momento, no va a ser tan fácil. Que tiene que adaptarse a un entorno complicado, con otras personas adultas, otros niñas y niños, otras formas de relacionarse y otras normas; en el que hay muchas cosas que le gustan, y otras que le disgustan; y, sobre todo, en el que las figuras adultas no pueden prestarle tanta atención como ella necesita y acostumbra. 

Normal que no quiera echar la siesta. 

No tanto porque esté nerviosa, claro que sí, sino porque —quizás, y sólo quizás— ha encontrado un vacío legal o una falla al sistema. Porque, cuando ella es la única, o de las pocas, que se niega a dormir, seguramente pueda obtener la atención exclusiva que necesita. Todo el cole para mí, con una persona agradable que me acompaña. 

Normal que quiera aprovechar ese rato. Después de una mañana en la guerra, se necesita un refugio seguro en el que me cuiden y me curen las heridas. Y dormir, por mucho que apetezca, es privarse el buen trato que, sin duda, necesita, tanto para sentirse segura, como para transitar un duelo real que, para una niña de 3 años, no es nada fácil. 

Puedo equivocarme en la interpretación de los acontecimientos. No estoy ahí, y no veo lo que realmente pasa. Pero de lo que estoy seguro es de que las personas mayores —nosotros incluidos— confiamos muy poco en la capacidad del sistema nervioso de las niñas o niños para satisfacer sus necesidades de manera natural, sin la interferencia de una figura adulta. 

Y es justo esa confianza, no tanto en su pensar o decidir, como en el “encontrar intuitivamente la manera” una de las grandes diferencias que definen la seguridad o inseguridad de un vínculo afectivo, a saber, que la persona a quien confiamos nuestra protección y nuestro cuidado pueda entender, valorar y apoyar nuestra forma de satisfacer necesidades tan fundamentales. 

Porque, si ahora lo piensas —y si no me equivoco yo en lo que he dicho—, el hecho de que nosotros nos empeñemos en que duerma, porque “es lo correcto”, “es lo que hay que hacer”, o “es lo que nos conviene”, puede tener implicaciones severas para ella, y para nuestra relación. 

Porque, «qué me dices tú que no sabes lo que estoy pasando». 

«¿Lo estoy haciendo mal? Pero si no puedo hacer otra cosa.»

«Mira Ama y Aita… es que no puedo, ¿no soy suficientemente buena por ello?»

No, colega, sabemos que estás pasando por un momento chungo, y que necesitas encontrar la paz para enfrentarte también a ese reto. Y no tenemos ninguna duda de que estás currándotelo para obtener lo que necesitas para poder seguir el camino. A tu manera, como tienen que ser esas cosas.

¿Qué puede ser lo que necesitas?

No lo sé. Pero tu sistema nervioso sí que es confiable y sabio. No cabe duda. 

Ojalá supiésemos transmitirte un poco mejor eso. 


Gorka Saitua | educacion-familiar.com

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