Diario de un encierro DE MIERDA

[…] tenemos DERECHO a DESRREGULARNOS en estos momentos. A caotizar y a ser más rígidos que un bloque de cemento. A hacer las cosas mal y sin criterio. A caernos del burro de los superhombres y supermujeres que a veces aparentamos. Yo que sé, quizás aprendamos algo de esto. […]

Dicen que es lo normal, pero me consuela un carajo.

Aunque pasé bastante bien las dos primeras semanas de la cuarentena, ésta última ha sido una montaña rusa emocional. Parriba. Pabajo. Parriba y pabajo, otra vez.

El lunes me sentía deprimido. Me costó muchísimo salir de la cama y enfrentarme al trabajo. Me asaltaban imágenes y pensamientos catastrofistas y, de repente, me apetecía llorar, o quedarme en postura fetal hasta que acabe mi vida entera.

El martes, todo pareció volver a la normalidad. Me levanté con fuerza, desayuné y creo que atendí bastante bien a las personas a quienes acompaño. Me sentía motivado y con ganas de tirar como sea hacia delante. Sin embargo, a la noche me asaltó el miedo.

De repente, noté en el pecho cierta fatiga. Como si los bronquios estuvieran contraídos. Mierda, la madre que me parió, que ya me ha entrado el puñetero virus. Angustia, porque soy asmático, sé lo que es ahogarse y soy de un grupo de riesgo. Me costó dormir un montón. Estuve un buen rato A-TE-RRA-DO.

Porque no sólo me da miedo la enfermedad. Sino vivirla aislado. Con mi hija al otro lado de la puerta montando el pollo, porque quiere estar con su padre y siente su rechazo.

El miércoles, lo he pasado muy angustiado. Mucho cansancio, opresión en el pecho, visión de túnel y sensación de embotamiento. Todo el rato chequeando esa fatiga, bebiendo agua muy caliente porque en su momento escuché que eso puede matar al bicho. Hipocondríaco perdido. Eso sí, me dormí como un muerto, imagino que porque mi sistema nervioso estaba agotado.

Se supone que soy bueno en esto. Que sé regularme emocionalmente, hasta el punto de que mi trabajo consiste en acompañar en estos procesos a otras personas. Pero la realidad es que me siento especialmente vulnerable durante el confinamiento. Que estoy aplicando poco de lo que sé que funciona, y que muchas de las soluciones que estoy articulando van en contra de lo que sé que ayudaría a resolver mis problemas.

Y a veces, además, lo pago con las personas a quienes más quiero.

Con esto sólo quiero decir una cosa: tenemos DERECHO a DESRREGULARNOS en estos momentos. A caotizar y a ser más rígidos que un bloque de cemento. A hacer las cosas mal y sin criterio. A caernos del burro de los superhombres y supermujeres que a veces aparentamos. Yo que sé, quizás aprendamos algo de esto.

Porque es una situación excepcional y profundamente difícil para nuestros cerebros.

«No estás encerrado en casa, estás a salvo en ella.» Puede servir un poco. Un poco, pero mejor lo utilizamos con cuidado.

Porque no olvidemos que esto es una MIERDA. Para nosotros y para los nuestros. Que nuestro cerebro y nuestro sistema nervioso no cuenta con recursos para enfrentarse durante tanto tiempo a un encierro. Que es profundamente doloroso ver que las estadísticas de infectados no bajan, y que semana tras semana aumenta el tiempo de confinamiento.

Para más narices, parece que no nos podemos quejar de nada. Porque estamos en casa tocándonos los genitales, tan a gustito. Cómo apuntaba un tweet muy gracioso, en el sofá en calzoncillos, comiendo risquetos.

Pues no. Es para volverse locos. Y tenemos derecho a hacerlo.

A estar como chotas, regaderas, cabras y la maldita madre del cordero.

Porque sólo si entre todas y todos nos damos derecho a sentir lo que DE VERDAD sentimos, yo qué sé, impotencia, vulnerabilidad, enfado, tristeza, desesperación, desconfianza o miedo, vamos a poder escuchar a nuestro cuerpo. Es decir, cuidarnos y cuidar como nos merecemos.


En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.

Gorka SaituaAutor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com

 

4 comentarios en “Diario de un encierro DE MIERDA

  1. Mary Sol

    Esto que nos compartes hoy demuestra sobradamente que eres bueno en lo que haces, realmente bueno… Desde luego, que lo que expresas es mi sentir y el de otras personas con las que comparto mis experiencias vitales ahora mismo.

    Le gusta a 1 persona

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s