Duérmete niño | sobre la eficacia del uso del terror 

«Duérmete niño, duérmete ya 🎵, que viene el coco y… te comerááááá 🎶» 

¿Has pensado por qué se canta una nana que provoca tanto TERROR? 

Seguro que lo has pensado alguna vez. 

Es una canción para hacer que las niñas y los niños pequeños duerman. Y es brutal. Los amenaza con que, o se duermen, o aparecerá un JODIDO MONSTRUO y los devorará.  

Vosotras y vosotros ¿cómo os imagináis al “coco”? 

Anda, haced un esfuerzo antes de volver a leer. 

Para mí, es una especie de pelota peluda, enorme, con grandes dientes y sangre goteando por la boca. Gruñe y huele mal; y se puede materializar a través de la condensación de la oscuridad.  

¿Por qué las generaciones que nos preceden crearon algo tan brutal? 

Porque FUNCIONA 

Y que nadie me venga ahora con que “es una forma de hablar”, o con que “es casualidad”, porque no-me-lo-trago, señores. Un niño de 0 a 5 años tiene muchas dificultades para diferenciar entre lo que es una figura literaria y lo que es la realidad. 

Sí, funciona; pero desde una perspectiva adultocentrista, organizada en torno al control de la conducta y en el ejercicio del poder.  

Porque una niña o un niño aislado en una habitación a oscuras, aterrorizado por la imagen de un monstruo que le puede llevar, llega a cotas de terror tales que se tiene que “desconectar”.  

Está expuesto a una situación SIN SALIDA, es decir, que no puede resolver con los recursos de los que dispone. Porque el miedo, si algo hace, es sobreactivar el sistema nervioso simpático, es decir, el instinto más primario de superviviencia, que sólo contempla 4 tipos de respuesta: la lucha, la huida, el llanto o… la disociación. 

La lucha, es imposible. Porque no hay un enemigo definido contra quien luchar, o en caso de aparecerse el monstruo, es evidente que no podría ganar.  

La huida, es imposible también. No se puede huir del único lugar que se siente como seguro, que es el propio hogar, y las figuras de apego primarias que permanecen en él.  

El llanto, que es la demanda desesperada de ayuda a las personas o el grupo que puede proteger, tampoco vale. Porque la madre o mi padre, a quienes se quiere, acaban de advertir, con voz melodiosa, de los peligros que pueden llegar. Así que todo apunta a que no quieren o no pueden proteger.  

Sólo queda una alternativa posible: la desconexión del cuerpo, a través de un mecanismo de defensa denominado DISOCIACIÓN, que es el equivalente al que utiliza una presa cuando se siente atrapada por un depredador; que lleva a la víctima a una especie de estado de shock, que le desconecta de la realidad, bien para hacerse la muerta y pasar desapercibida, o para hacer un tránsito más amable hacia la muerte.  

Quizás pienses que exagero, ¿verdad? 

No te culpo. No estamos preparados para pensar así, ni mucho menos para conectar con el sufrimiento que causamos gratuitamente a nuestros hijos. Pero ello no me resta ni un ápice de razón.  

He trabajado con hombres que maltrataron a sus hijos. Que se acreditó que pegaban a los pequeños, a veces, de forma reiterada y brutal. Cuyos hijos tuvieron que ser tutelados por la administración. Y los que reconocieron las palizas o, más frecuentemente, la utilización del terror, solían comentar orgullosos que eran LOS ÚNICOS con quienes sus hijos se “portaban bien”.  

Claro, estaban PARALIZADOS por el terror. Pero no de una forma voluntaria y consciente, ni mucho menos por el respeto, que presumían inspirar, sino AFECTADOS por el mecanismo de la DISOCIACIÓN. Porque no hay nada más doloroso y atemorizante que ser agredido por las personas que te deben proteger: algunos niños entran en un estado de trance, otros en un estado alterado de la identidad… y otros, sencillamente, se duermen. Sí, se DUERMEN porque, cuando la sensación de peligro desborda la propia ventana de tolerancia, es muy inteligente el recurso de la desconexión. 

La paradoja es que sí. Que el terror y el maltrato pueden ayudar a dormir.  

El problema es lo que viene después. Mucho después.  

Porque las experiencias vividas en la primera infancia quedan codificadas en el cuerpo, incluso en la etapa en la que no permanecen los recuerdos.  

Y una niña o un niño que se duerme solo, aterrorizado, con un sentimiento de peligro y absoluta desprotección, aprende dos cosas: la primera, que no se puede confiar en las personas en los momentos de máximo malestar; y la segunda, que la forma de afrontar las dificultades graves es la desconexión.  

¿Os suena? 

Cuántos adultos encontramos a fecha de hoy que tienen que beber o drogarse para calmar su estado de activación. Que no confían en el trato con los demás, y que enfrentan los problemas sólo y aislados, y renegando de los demás.  

Pues, amigas y amigos, no es casualidad.  

¿A cuento de qué viene todo esto? 

Pues a que me he enterado que un HOSPITAL —sí, la institución de máxima autoridad en materia de salud física y mental— ha publicado una guía en la que se dan una serie de consejos IGUAL DE BRUTALES para gestionar el sueño infantil.  

Que si dejarles solos en una habitación… Que si dejarles llorar —que “no pasa nada”— hasta vomitar… Que no te puedes dejar “manipular”… 

No recuerdo las palabras. Pero me da igual. Es la legitimación del abandono y el maltrato infantil por los profesionales que más confianza inspiran a familias que desean hacer las cosas bien.  

¿Por qué profesionales de la medicina, es decir, pediatras y psiquiatras, pueden decir TAMAÑA BARBARIDAD? 

Pues PORQUE FUNCIONA. Porque la DISOCIACIÓN les ayuda a callar. Y ellos y ellas están terriblemente desconectados de lo que implica ser niño o niña, y no pueden percibir el miedo que es natural y justo sentir cuando se está en situación de PERPETUA VULNERABILIDAD 

No deja de ser gracioso, digo yo.  

Si el “coco” existiera, estaría encantado de tener colegas así.  


Gorka SaituaAutor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com

 

2 comentarios en “Duérmete niño | sobre la eficacia del uso del terror 

  1. Esto es un dolor… si había reflexionado sobre la canción del coco… me inventé una letra para una melodía de nana que conocía en la que le digo a mi hijo que juntos y abrazados descansamos… criaturas, que brutxs somos lxs adultxs. Lo del Hospital me tiene indignadísima, es de vergüenza.

    Leyéndote se me vino una situación en el centro de salud, cuando fuimos a poner la vacuna a mi peque con 15 meses. Un matrimonio mayor ya nada más verle empezaron a decirle cosas, mi hijo empezó a llorar porque no quería estar allí, me fui a la calle con él, volví porque nos iba a tocar y empezó a llorar, pues ya empezaron a compararle con otro niño también muy peque, que si mira que bueno él, que si no llores… yo mientras hablaba con mi hijo desdiciendo todo lo que le decían. Y de repente le sueltan que como no se calle va a venir el coco, y ahí ya si que mi pareja les dijo que no le dijeran nada más y yo le dije a mi peque que eso es mentira, que no va a venir nadie… pues el colofón fue grandioso, terminaron diciendo «claro, es que ya no se asusta a los niños como antes».

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