La mayor parte de los problemas que sufren las familias se relacionan con que los padres y las madres tendemos a atribuir malas intenciones a un comportamiento protector o defensivo.
Una técnica y un ejemplo.
—¿Crees que no quería o que no podía?
—A ver, Gorka —me espetó como si fuera tonto—, no jodas. Sólo tenía que coger su ropa, que ya estaba bien doblada, y meterla en el armario: no quería.
—¿No quería o no podía? —repetí como un loro.
—¡No quería! —empezaba a enfadarse—. Es e-vi-den-te que no quería hacerlo. Coño, tío, que es tan fácil como hacer así y ya está.
—¿No quería o no podía? —sentí que empezaba a jugarme una hostia 😉
—¡Pero qué coño quieres que te diga! ¡Me estás empezando a tocar las pelotas! —empezaba a estar enfadada de verdad— ¿Qué me quieres decir?
—¿No quería o no podía? —repetí, semiacostado en el sofá, con una sonrisa retadora.
—A ver tío, me estás tocando el coño —espetó—. ¿A dónde hostias quieres llegar?
—Cuéntame un chiste —solté, jugándome la vida.
—¿¿Qué??
—Que me cuentes un chiste. Largo, corto, bueno o malo —le expliqué con irritante calma—, el que primero te venga a la cabeza.
—¡No quiero contarte un chiste! —dijo, casi gritándome.
—Cuéntame un chiste, por favor —repetí, más serio.
—¡Qué no quiero contarte un chiste, capullo! —repitió, afianzando su posición, pero con sentido del humor.
—¿No quieres o no puedes?
—¡¡No quiero!!
El miedo activa el circuito de respuesta corto, de manera que se ven afectadas nuestra función ejecutiva.
—¿No quieres o no puedes? Mira que es algo tan fácil como echar mano de la memoria y contármelo. Ni siquiera espero que me haga gracia. Me vale cualquier cosa, incluso un “meme” de internet.
Se produjo el silencio.
—Ahora no se me ocurre nada —reconoció.
—Venga, piensa un poco ¿No querrás que te gane en esto? —tiene un divertido sentido de la competición.
Le expliqué entonces que nuestro cerebro no siempre funciona con el 100% de lo recursos disponibles. Que las emociones, y sobre todo el miedo, limitan nuestra capacidad para interpretar la mente de los demás y resonar con lo que están viviendo. Que gran parte de los problemas que ocurren entre las personas pueden explicarse porque tendemos a pensar en términos de “no quieren”, cuando en realidad “no pueden” hacer lo que necesitamos, porque se están protegiendo.
Escuchaba.
—Es lo mismo que te ha pasado ahora —le hice ver—. Aunque en muy pequeña cantidad, ha aparecido el miedo. Miedo a perder la discusión conmigo, a perder un poco de control, a que me hubiera vuelto loco o lo que sea ¿Es cierto?
—Bueno, un poquito sí —reconoció.
—Presta atención a cómo te ha afectado ese miedo, que era algo muy leve —continué—. Ni siquiera podías recurrir a la memoria [episódica] y recordar un chiste. Y eso no es cosa tuya. Nos pasa a todo el mundo, porque el cerebro funciona así: está programado en primera instancia para sobrevivir y protegerse.
Hice una pequeña pausa.
—Lo que pasa —seguí— es que el miedo no nos afecta a todas las personas por igual. Algunas tienden al caos y se descontrolan…
—¡Esa soy yo! —interrumpió.
—Y otras tienden a la rigidez, pierden toda la flexibilidad y se quedan petrificados, duros como una tabla…
—¡Ése es mi hijo! —parecía que empezábamos a entendernos.
Me reí.
—Yo, a veces, me siento como el público en un combate de boxeo —fui concluyendo—. Y veo a una madre, aterrorizada, con miedo a perder el título y a que su hijo sufra, que golpea todo el rato. Y a un hijo que, asustado por lo que está pasando, sólo atina a encajar bien los golpes.
—Puede ser… —reconoció en voz baja.
—La paradoja es que nadie quiere pelear —terminé—. Lo único que deseáis ambos es que la tensión se rebaje, para sentiros cerca un rato.
Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com
Cuando lo cuentas tú parece tan fácil.
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Gracias, Eva. Contarlo es fácil. Llegar al punto en que se puede hacer y que el mensaje llegue, es mucho más complicado. Un saludo!
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