Información como la que se ha revelado sobre el caso de Nadia nos repugna. Pero ¿de dónde viene tanta (supuesta) maldad? Quizás te revuelva esta opinión.
Hay noticias que a todos nos tocan. Nos ponen la carne de gallina. Nos trastornan.
Esta semana enteraba de las últimas (presuntas) noticas sobre el caso de Nadia. La niña cuyos padres (supuestamente) utilizaron para estafar una gran cantidad de dinero, diciendo que tenía una enfermedad terminal. Mal, muy mal. Un asco. Pero mucho peor lo que ha trascendido recientemente a los medios de comunicación. El juez investiga si la niña era también víctima de abuso sexual. Y no por parte de cualquiera, no, sino por una de las personas en quien más debería de confiar. Su propio padre.
[Permitidme un paréntesis ¿no os parece terrible que salga esto en los medios de comunicación sobre personas que aun no han sido juzgadas? ¿Qué hay detrás de esto?]
No se trata aquí de juzgar a nadie. De decir si este hombre lo hizo o no. Porque la realidad es que estas cosas ocurren. Y ocurren mucho más de lo que aparecen en los medios de comunicación. Lo que pasa es que cuando transcienden todo el mundo se lleva las manos a la cabeza ¿pero cómo es posible? Hoy es el Monstruo de Amstetten, y mañana puede ser el de Barakaldo o Neguri. Sabe Dios.
Así conseguimos poner distancia sobre lo ocurrido. Era un monstruo ¿sabes? Yo no soy así. Pertenezco a otro mundo. A otra categoría. Y nos quedamos tranquilos. Más mejor.
Pero la realidad es que estas personas vinieron a este mundo como tú y como yo. Un esperamatozoide y un óvulo. Llorando y en pelotas. Y luego todo se fue al traste.
Porque ¿qué hay detrás de un hecho tan malvado? Impulsividad y falta de empatía. Quizás haya más cosas, pero esta es la base. El jugo del melón. La veta de carbón.
Y esto no aparece sólo. El cableado de nuestro cerebro es muy complejo. Plástico. No es como el windows que procesa las cosas de forma lineal. En la configuración del encéfalo no caben errores tan gordos que no sean resultado de la toxicidad de las relaciones.
Los malos tratos afectan al cerebro. Cuando un niño o niña es expuesto a un estrés que no puede soportar, y este estrés permanece en el tiempo, se segrega una hormona llamada cortisol. Que es como cicuta para las neuronas. Las destruye, las ataca, las mata. Es como si coges a un niño y le golpeases con un palo en la cabeza. Manchándote las manos. Pero en muchos casos de maltrato la sangre no se ve. Así que no les prestamos mucha atención.
El cerebro expuesto a agresiones se configura para sobrevivir. Se hace fuerte. Quiere mantener la vida. Prioriza el control. Debe reaccionar rápido. Está hipervigilante. Es impulsivo. Con el tiempo una persona pueda aprender a dar una impresión de autocontrol, pero la realidad es que es una máscara vacía. Sin expresión.
En este estado de estrés y agitación lo primero que sufre es la empatía. Hay niños que son como el soldado de Vietnam. Matan y destruyen. Porque sólo a través de la agresión sienten que puede llegar al próximo día. Es una cuestión de control. Y lunes, martes y miércoles. Fin de semana. Así se va endureciendo la arcilla del cerebro. Hasta que ya no hay remedio. Queda construido el monstruo. Para que nosotros le pongamos la etiqueta. Y digamos buff ¡menos mal!
Así se perpetúa el mal. Como el reverso tenebroso de la fuerza. Se acaba convirtiendo en una serie de impulsos que van contigo. Que te destruyen, y que ya no puedes evitar.
Sí, es una desgracia que haya padres y madres que maltraten a sus hijos e hijas. Que abusen de ellos. Que los utilicen como objetos. Que les insulten. Que les peguen. Que practiquen una y mil formas de tortura. Es una mierda. Pero no olvidemos que detrás de todos y cada uno de estos sucesos hay unos niños y niñas que estuvieron desprotegidos. Abandonados a su suerte por una sociedad que no supo o no pudo evitarles tanto sufrimiento.
No todas las señales de maltrato son evidentes. Para que no se repita el ciclo del maltrato, protejamos mejor a lo niños y niñas de hoy. Asumamos esta responsabilidad.
Autor: Gorka Saitua Soy Pedagogo. He trabajado desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia, en la Asociación Bizgarri – Bizgarri Elkartea. En 2016 comencé con el proyecto educacion-familiar.com que me apasiona. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com
Este artículo pertenece al blog www.educacion-familiar.com, antes www.indartzen.com. Si quieres saber más sobre nosotros echa un vistazo a quiénes somos y síguenos en nuestras redes sociales Facebook y Twitter, somos @educfamilia.
Me gustan mucho sus reflexión es y me ayudan y voy comprendiendo cosas de mi propia vida, gracias.
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Gracias Lola. Me halagan mucho tus palabras. Para lo que quieras, ya sabes dónde estamos.
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