Ser atmósfera: sobre los límites de la narración

[…] Se maneja muy bien en los estados de conciencia caracterizados porque somos alguien con una historia que nos atraviesa. Es decir, que estamos tratando de satisfacer las necesidades más o menos conscientes de nuestro ego. […] Pero no siempre estamos inmersos ese juego, ¿verdad? A veces, nos salimos del marco en el que imperan esas reglas, dejamos de ser historia y podemos ser atmósfera. […]

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La desescalada del miedo

[…] Sea como sea, debemos ser conscientes de que el miedo sube a toda hostia, como si Tyson te metiera un gancho con la derecha, pero que necesita mucho tiempo para bajar, sobre todo si ha tenido la oportunidad de convertirse en ansiedad, es decir, en ese miedo difuso aparentemente no asociado a nada concreto, y que nos hace sentir francamente mal. […]

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La trampa migratoria: atrapada por tus hijos 

[…] —Me amenaza con irse a Bolivia y ¡llevarse a mi hija con ella! ¿Te lo puedes creer? Siempre está pensando en sí misma. No hace ni caso a lo que la niña y yo necesitamos. Y lo peor de todo es que le veo capaz de hacerlo, ¿sabes? Tiene esos impulsos y los lleva a cabo. […] 

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A las y los docentes interesados en el trauma: gracias de corazón 

[…] Porque estar ahí, desconectado de la materia, de los compañeros, de los profesores, deseando huir, angustiado, es un tormento brutal. Máxime cuando uno se dice y se repite a sí mismo que es un burro, un inútil, por no estar al nivel de los demás, haciendo esfuerzos prodigiosos para que la mente vuele y me lleve a otro lugar más amable, en el que, al menos, se pueda estar. […] 

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