Formación OnLine: «Aplicaciones sistémicas de la teoría polivagal» ¡No queda nada!

¿Qué es estar bien cuando las cosas van mal?

¿Cómo reconocer como una historia de dignidad, protagonismo y esperanza las microinteracciones que se producen a través del cuerpo? 

¿Cómo unir nuestra propia historia de dolor y la de las personas a las que acompañamos en una narrativa de esperanza? 

¿Cómo sostener una mejor relación con los síntomas de sufrimiento? 

¿Qué pasaría si aceptásemos que formamos parte de la secuencia de interacciones que sostiene el síntoma? 

¿Y qué hostias podemos hacer con eso? 

Ni puta idea. Aquí no hay gurús, ni pollas en vinagre. Pero sí podemos crear un espacio que nos permita sentir más curiosidad hacia lo que acontece, maravillosa y mágicamente, en ese gran olvidado que es el sistema nervioso autónomo.  

Somos un cuerpo que se protege, unido a una mente que da un sentido narrativo a esa experiencia.  

Aprovechémonos de eso.  

¿Te apuntas? 

No hay ovarios.  

No hay huevos.  


Curso Online.  

Total: 6 horas de formación.  

Jueves 15 de febrero (primera parte) y jueves 22 de febrero (segunda parte).  

Ambos días, de 16,00 a 19,00 h.  

60 euros por persona.  


Para inscribirse:  

1. Rellena este formulario de inscripción: https://forms.gle/UdKw1iCQHGSvZM4A6  

2. Haz un ingreso de 60 euros en la cuenta que te facilitaremos tras dar a «enviar» a este formulario. Pon tu nombre y apellido en el concepto del ingreso.  

3. Envía el justificante de pago a educacion.familiar.gestion@gmail.com 

4. Te llegará un correo de confirmación con el enlace de acceso a la sala en la que se impartirá el curso. 

5. Listo! 


Nota: No se graba, porque haremos ejercicios que pueden implicar cierta exposición personal, y necesitamos un espacio suficientemente seguro.  

* ¡ATENCIÓN! ¡IMPORTANTE! Escríbeme antes si has hecho alguna FORMACIÓN PREVIA conmigo, no sea que te resulten repetitivos los contenidos.  

4 comentarios en “Formación OnLine: «Aplicaciones sistémicas de la teoría polivagal» ¡No queda nada!

  1. Avatar de vicenta giménez mollá vicenta giménez mollá

    Hola Gorka:

    Ya sabes que sigo tu blog y me gusta mucho tu dinamismo y trabajo. Te recomiendo que publicites tu curso en la sección de grupos de Linkedin, donode tenemos uno sobre Teoría Polivagal. Quien dinamizaba el grupo era Lola y ya no participa por lo que apenas hay movimiento, pero tienes ahí un grupo de más de 100 personas interesadas en esta temática. Como yo soy administradora, si lo mandas al grupo, te lo acepto, queda publicado y personalmente creo que es muy interesante todo tu trabajo. Es sólo una sugerencia. Puedes publicar todo lo que quieras en el grupo en relación a la Teoría Polivagal. Te animo a ello.

    Saludos,

    Vicenta Giménez.

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  2. Quizás el mayor reto de todas y todos los profesionales del acompañamiento es aceptar, de una vez por todas, que somos unos malditos incompetentes.

    Ambas cosas: malditos e incompetentes.

    Tenemos las mismas oportunidades de cagarla que cualquier otra persona, con el añadido de que, al estar colocados en un lugar donde se nos presupone la función de proteger y cuidar, podemos causar mucho más daño. Y no me refiero a un daño cualquiera, sino a las heridas que puede ejercer el arma de quien se espera obtener lo más profundo que se necesita.

    Y es que la peña puede llegar a rasgarse camiseta y enseñar el pecho, mostrando las partes más vulnerables.

    Porque, amigas y amigos, los profesionales también reaccionamos desde las tripas. Es algo que no ocurre de manera excepcional, sino todo el rato. Tenemos la misma tendencia que cualquiera a resonar con el sufrimiento de los demás, perdiendo, la función ejecutiva y la empatía.

    Y da igual lo bien planificado que tengas el caso y la sesión, colega. Habrá momentos en los que las olas de tu sistema nervioso autónomo sean tan fuertes que te van a llevar como a un nadador en una corriente de resaca; o momentos en los que esa misma agua, antes, clara y limpia, aumente su índice de fluidez, convirtiéndose en brea y engulléndote hasta el fondo.

    Además, tienes fantasmas, y esos fantasmas van a salir con todos sus recursos para protegerte. Por mucho que los tengas identificados y currados en terapia. Los muy cabrones van a estar ahí, esperando el peligro y la amenaza, para salir disparados como un cohete, y derribar al enemigo.

    Un enemigo que no lo es… sino tan sólo una persona confiando en tu ayuda.

    Eso que pasa en las tripas —aquí dentro— comunica más y más rápido que gestos y palabras. Da igual cómo te pongas y las capas de armaduras que lleves encima. Y no te confundas, en distancias tan cortas, no-se-di-si-mu-la.

    ¡Que no, coño!

    Vale, imagina que lo aceptamos.

    Sí, que nos creemos toda esta mierda:

    Tenemos un arsenal nuclear en manos de un mono borracho y enfarlopao. Y el muy cabrón se está viniendo arriba.

    ¿Qué podemos hacer con eso?

    La psicología clásica dirá que poca hostia. A lo sumo tratar de “pensar bien” para que la mente domine a la bestia. Pero las cosas no funcionan así, amigas y amigos:

    —A ver, mono cocido, trata de ser sensato. No des al maldito botón que nos vamos todos a tomar por culo.

    —¿Quién te crees tú para darme órdenes?

    —Tu maldito cerebro. El que sabe, el que piensa, el que tiene la verdad y el que sabe lo mejor para ti y para el mundo.

    —¿Ah, sí? ¿Y vas de guay conmigo? ¿Vas de guay?

    —Estate tranquilo.

    —Vete a la mierda.

    Click. Boom. Y a desayunar chococrispis calentitos con la minga.

    Si llevas años llevando a la práctica lo que dicen los “manuales” de crianza y psicología con personas que padecen un sufrimiento relacional extremo, lo más probable es que no hayas avanzado mucho; y que, en ocasiones, hayas culpado a las personas vulneradas de tu maldita incompetencia.

    No te culpo. Yo también tengo un choripán en el encéfalo.

    Pero tienes que saber que existen otras alternativas para conectar con la seguridad que todavía pueden sentir. Esto es con la sensación de dignidad, protagonismo y esperanza que emerge desde esas mismas tripas.

    No va a ser fácil.

    Si no, todo el mundo lo haría.

    Educar nuestro sistema nervioso para conectar con la seguridad, en vez de con el peligro, es algo que casi va contra natura.

    Pero los resultados a medio y largo plazo son la hostia…

    … para ti y para las personas que puedan confiar en tu ayuda.

    ¿Aceptas el papel que tienes en el sostenimiento del síntoma?

    ¿Te atreves a hackear tu sistema nervioso autónomo?

    ¿Te unes a la revolución de los cuidados?

    No hay ovarios.

    No hay huevos.

    Días 15 y 22 de Febrero, de 16,00 a 19,00 h.

    “Aplicaciones sistémicas de la teoría polivagal: el síntoma como narrativa de esperanza.”

    60 pavos.

    Online.

    Más información en el primer artículo del blog.

    ¡Nos vemos!

    Gorka Saitua | educacion-familiar.com

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  3. Últimamente he enfrentado a tres jodiendas.

    Por un lado, necesitaba una forma rápida, sencilla y eficaz, de trasladar a los centros educativos la mirada entre las alumnas y los alumnos a quienes acompañaba, ya sabes, para que me puedan comprar la moto e incorporar otros modelos de relación más adaptados a sus necesidades.

    Poco marrón. Ya veis.

    Quería que nuestras reuniones de equipo fueran más eficientes. Como suele pasarnos a menudo, no es extraño que nos enredemos con hipótesis y explicaciones que acaben enquistando los problemas, y que en poco ayudan a mejorar la calidad del trabajo.

    Además, necesitaba una fórmula, más o menos eficaz, para que las y los profesionales que me piden supervisar su trabajo se fueran con algo que le sirviera, en la hora que habíamos pactado. Porque, ya sabes, lo bueno, si es breve —y barato, coño, barato—, dos veces bueno.

    ¿Qué hice yo con esto?

    Necesitaba un marco teórico en el que confiara, y necesitaba que fuera disruptivo porque lo que había a mi alrededor ni me gustaba, ni me generaba confianza, ni me ayudaba. Quería algo rápido, breve, pero eficiente para trabajar con las personas que más están sufriendo; algo que iba diametralmente en contra de la idea dominante en servicios sociales, y que establece que, con las personas “más dañadas” —ojo con la valoración implícita—, sólo valen las intervenciones a largo plazo.

    Toma moreno.

    Así que empecé a enredar, y logré hacer un batiburrillo bastante goloso en el que había retazos de la teoría polivagal, la teoría sobre el apego y la terapia sistémica narrativa. Y, poco a poco, me fui animando a probar esa ida de pinza —que lo era—, y valorar los resultados.

    Ya veis, no he inventado nada.

    Luego, lo puse en práctica en las sesiones de supervisión en la que revisábamos nuestro trabajo. Me quedaba callado, con cuaderno y boli, e intentaba aplicar el cuento a lo que otros iban comentando. Luego, soltaba lo que veía. Y, hostias de misa de 11, a la gente le gustaba. Y yo aprendía un huevo, no de los libros, sino de las personas a quienes acompañamos.

    Motivación al fallo.

    Eso me animó a salirme del tiesto, e ir con más seguridad a los domicilios donde curraba. Y ahí casi me cago del gusto. Grosso modo, la sensación es que en una hora podíamos avanzar más de lo que habría avanzado en un trimestre entero, con el añadido de que la peña se quedaba mejor que antes de la visita. Y eso, en el ámbito de los servicios sociales especializados, donde a menudo se nos ve como el hombre del saco, tiene un mérito de la pera, del melón y de la sandía negra.

    Pero, si algo me ayudó a creerme que la movida merecía la pena, fueron las sesiones de supervisión en las que otras y otros profesionales recurren a mí para mejorar su curro. En una hora, sacábamos chispas. Y lo hacíamos sin correr, sin presiones y sin prisas.

    La peña se iba con algo y agradecida.

    ¿Es tan cojonudo como parece?

    Seguramente no.

    Seguramente sea yo el que me esté flipando un rato.

    Soy consciente de que hay demasiados “peros” y demasiadas lagunas.

    Pero, qué hostias, estoy en un punto de mi vida en el que me apetece lanzar algo al mundo. Algo que, al menos en mi cabeza, tenga el potencial de cambiar un poquito las cosas. Que reduzca un poco la impotencia y la desesperanza contra las que tantos profesionales luchan, tratando de que las personas vulneradas tengan una vida digna, pero con armas propias de la maldita edad de piedra. Armas que, en muchas ocasiones, se vuelven contra ellas y ellos, sin que ellos lo sepan.

    Ahí voy.

    ¿Te animas?

    ¿Te animas a descubrir las narrativas de seguridad codificadas en las transiciones del sistema nervioso autónomo?

    ¿A incorporar a tu trabajo herramientas que ayuden a las personas a conectar con la seguridad que ya tienen? ¿Con la mejor seguridad que, en función de sus circunstancias, han logrado?

    ¿A ver el síntoma como una cuestión relacional en la que tú, como profesional, formas parte?

    ¿A sentir o volver a sentir en el cuerpo tu trabajo?

    Me encantaría que sintieras la misma ilusión y esperanza que yo tengo.

    Formación OnLine: «Aplicaciones sistémicas de la teoría polivagal» ¡No queda nada!

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