Sé que me vais a correr a hostias.
Pero hoy es también el día de los padres que no están. Que no supieron, no soportaron o no pudieron estar. Sí, de todos esos hombres a quienes se estigmatiza y se odia, porque se les atribuyen egoísmo y, muchas veces, mala voluntad.
Soy consciente del daño que hace la herida del abandono. Y no quiero quitarle ninguna importancia. Obliga a las mujeres a soportar una enorme carga, impuesta por un patriarcado injusto y cruel. Y sé que se trata de sufrimiento que marca a generaciones enteras, y del que es muy complicado que las niñas y los niños se puedan proteger.
Pero hoy, también, quiero destacar a todos esos hombres que viven estas fechas con angustia, desconexión, culpa, sufrimiento o apagando la televisión. Porque ver el agradecimiento de los hijos hacia los otros padres, los que cuidaron, nutrieron y dieron seguridad, les hunde en un pozo profundo del que sienten que difícilmente pueden salir.
Sólo una cosa: estáis.
Estáis, igual que vuestras hijas y vuestros hijos siguen en vuestra mente y en las reacciones de vuestro cuerpo. Tan reales como ese corazón desgarrado por lo que pasó y ya difícilmente se pude reparar. Estáis con rostro o sin él, en la mente y en el cuerpo de vuestras hijas e hijos. Y eso es un drama, complejo, abrumador, que todavía está por resolver.
No hay padres ausentes. Sólo padres a quienes no se ve.
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Gorka Saitua | educacion-familiar.com