[…] Lo perturbador es que está en la vía de acceso a una playa muy concurrida. Día tras día, cientos, si no miles de niñas y niños pasan por ahí con sus familias, y nadie recoge esas moras. […]
En un lugar que no puedo desvelar, hay una zarza repleta de moras.
No hablo de moras verdes o rojas, sino negras, grandes y jugosas.
Siempre que pasamos por ahí, Amara se da un buen atracón. Pero, a pesar de todo, siempre quedan muchas sin recoger.
Hasta ahí, todo bien.
Lo perturbador es que está en la vía de acceso a una playa muy concurrida. Día tras día, cientos, si no miles de niñas y niños pasan por ahí con sus familias, y nadie recoge esas moras.
Ayer estuve un rato mirando hacia allí, a la gente que pasaba. Nadie, digo nadie, se paró a recoger ni un solo fruto, a pesar de que eran las 8 de la tarde y se estaba marchando la gente de la playa.
Así es como andamos por la vida, agobiados y preocupados, pensando en nuestras cosas. Perdiéndonos las maravillas que hay a nuestro alrededor, y llevando poco a poco, paso a paso, por el mismo camino.
¿Cuántas cositas dulces nos estaremos perdiendo?
Ni idea.
Estamos profundamente desconectados de la tierra y de nosotras y nosotros mismos.
Pero el verdadero problema, el que es gordo pero bien gordo, es que hemos olvidado que algún día pudimos disfrutar de esas maravillas. Que se nos hinchaba el pecho acariciando a un perrete, cuando éste se ponía panza arriba.
Hoy mismo, mi pareja decía distraídamente una frase que se me ha quedado grabada: «criar, Gorka, es una putada, a no ser por el hecho de redescubrir el mundo a través de los ojos de una niña.»
Por eso, mi trabajo es precioso. Porque ayuda a muchas personas adultas a redescubrir el mundo con la mirada y la resonancia afectiva de la niña o el niño que, aunque algo olvidado, todavía llevan dentro, pidiendo atención y cariño.
Me voy de vacaciones, y creo que me voy a dar un respiro de las redes sociales. Sólo espero que, a la vuelta, haya podido tener experiencias bonitas que me ayuden a seguir creyendo en esto.
Os mando un abrazo muy fuerte, sentido. Rico, jugoso y dulce, como las moras que nadie veía.
En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.
Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com
Gracias Gorka por recordarnos lo importante que es mirar con los ojos de infancia. Ayer justamente paseaba por un sendero al que voy a menudo con mi perrita y disfruté y saboreé las moras grandes, moradísimas y que ahora son regalos para quien las quiera ver. Cada año me recuerdan que el verano tardío se acerca, que la luz cambia, que la naturaleza un año más, se prepara para regalarnos sus frutos… ojalá algún día redescubramos esos pequeños placeres de la vida… nuestros hijos e hijas son grandes maestros, siempre nos invitan a ver lo esencial.
¡Felices vacaciones!
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Gracias, Diana. Es justo lo que quería destacar. Un saludo!
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Hola, bueno hoy con el día a día de la vida nos olvidamos realmente de esas pequeñas cosas que podemos disfrutar pero no lo hacemos porque parece aveces difícil pero si nos detenemos un momento y te fijas que las cosas mas pequeñas que no alcanzamos ver son las mas bellas
bueno aponer un descanso en la vida para poder disfrutar.
Muchas gracias por los artículos siempre me hacen el día
Saludos cordiales
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Gracias a ti, Marisol, por dejar ver tu opinión en los comentarios. Para mí es muy importante. Saludos!
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