Aceptar para activar el autocuidado 

[…] Este año, con eso del virus y de que se había anulado todo, nos hemos quedado. Pero, aunque no se hayan permitido eventos ni txosnas, ha habido fiesta.  

Que sí, que vale, que se veía venir; pero como somos unos japis de la vida, nos ha pillado. […] 

Todos los años, a estas alturas, migramos a casa de mis suegros.  

Vivimos en el centro del pueblo y, en fiestas, las noches se hacen insoportables por el ruido.  

Este año, con eso del virus y de que se había anulado todo, nos hemos quedado. Pero, aunque no se hayan permitido eventos ni txosnas, ha habido fiesta.  

Que sí, que vale, que se veía venir; pero como somos unos japis de la vida, nos ha pillado.  

Así que llevamos ya tres noches de mierda.  

Es como si la peña se pusiera a privar justo bajo nuestra ventana, a grito pelao, para que se les oiga. 

Las primeras noches me he encerrado como he podido. He cerrado las ventanas y bajado las persianas, y he dormido con cascos, escuchando vídeos aburridos de YouTube en bucle.  

Pero caca vez que se colaba un sonido, me cabreaba muchísimo.  

Joder, menuda mierda, que hijos de puta, menuda noche me espera. Y a darle vueltas a cómo podía aislarme mejor del ruido, y descansar un rato.  

Ayer, decidí hacer las cosas A LA CONTRA 

¿Cómo es eso? 

Pues, como estaba hasta Laponia, me dije, ala, a tomar por saco, que tengo calor, voy a abrir las ventanas.  

Y claro, el ruido casi me deja sordo. 

Pero sentí inmediata y paradójicamente como mi cuerpo se relajaba.  

Aibalahostia 

Eran sobre las 1,00 h, y me tumbé en la cama. Y me puse un vídeo que medio me interesaba.  

Sé que no pasaron más de 15 minutos porque el vídeo era corto. Al poco rato, me entró el sueño. 

Y me sobé bastante a gusto.  

Esto es una anécdota muy tonta, pero ilustra bastante bien cómo nos empeñamos en una solución en contra de lo que necesita nuestro cerebro.  

Si el ruido molesta, parece lógico que tratemos de aislarnos de él, ¿verdad? 

A menos ruido, más paz.  

Y una mierda.  

A menos ruido, más esfuerzo para controlar la situación y más tensión en el sistema.  

Cuando abrí la ventana, diciéndome “a tomar por culo”, y “a la mierda”, estaba lanzando un doble mensaje a mi cuerpo: que no quedaba más remedio y que, cuando quisiera, podría mejorar las cosas, cerrando otra vez las ventanas.  

Aceptar es eso, dejar de luchar y activar el autocuidado.  

Aceptar, casi siempre, amplía nuestro margen de maniobra. Permite disfrutar de otro tipo de soluciones más cercanas a nuestras necesidades. 

Aceptar, por supuesto, no implica dejar de sufrir. A mí, me seguía fastidiando el ruido. Pero ayuda a tener presentes nuestras necesidades reales, al focalizar nuestra atención en lo que necesitamos y llevamos dentro.  

¿Lo aceptas? 

Ya sé, el chiste es muy malo 😉 

Referencias:

GONZÁLEZ, A. (2020). Lo bueno de tener un mal día. Cómo cuidar de nuestras emociones para estar mejor. Barcelona: Planeta

NARDONE, G. (2009). Psicosoluciones. Barcelona: Herder

PEREIRA TERCERO, R. Hacia un modelo familiar de duelo. Monográfico. Revista Mosaico, junio 2002

SCHWARTZ, R.C. (2015). Introducción al modelo de los sistemas de la familia interna. Barcelona: Eleftheria

En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.

Gorka Saitua

Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s