«Es sólo una gripe; no es una enfermedad grave.»
«Es una invención mediática que conviene a determinadas personas.»
«Las farmacéuticas nos meten miedo, para vender mascarillas y vacunas.»
«A mí no me puede matar.»
«Se acabará con la primavera.»
«Es otra alarma como tantas otras.»
«Veo lo que está pasando pero no puedo hacer nada.»
Te suena, ¿verdad?
Es una enfermedad grave. Te deja jodido. Si tú o alguien a quien quieres estáis en un grupo de riesgo, o estáis bajitos de defensas, puede que os mate. Es real, muta rápido y de manera aleatoria y ojalá que no desarrolle características que aumenten su morbilidad. Puede que no desaparezca, sino que se reactive de manera estacional. Está teniendo un profundo impacto económico y social. Y tú, sí tú, tienes parte de responsabilidad.
¿Has sentido angustia?
A quienes estáis formados en intervención o terapia sistémica, os habrán resonado las frases del encabezado. Están construidas atendiendo a os mitos de armonía, salvación y expiación, que cumplen —entre otras— la función de rebajar la angustia de un sistema y mantener el equilibrio, a costa de renunciar al ajuste y a la propia responsabilidad.
Son válvulas que permiten liberar la presión, a costa de dejar el cocido sin cocinar.
Porque, ¿qué pasaría si viéramos al coronavirus como un síntoma de malestar?
No quiero restar importancia a la enfermedad, pero parece evidente que los medios de comunicación están saturados por la alarma.
Es simplista pensar que un síntoma responde, única y exclusivamente, a la voluntad o interés de un SÓLO grupo de poder. Los síntomas se desarrollan porque permiten gestionar el malestar de las diferentes personas o grupos sociales que se relacionan y encuentran un equilibrio entre sí, compartiendo todos ellos cierta responsabilidad.
Vamos a hipotetizar un poco sobre quienes pueden ser.
Pido anticipadamente perdón por la simplicidad de los argumentos que voy a exponer. Sé que la realidad de cada grupo es mucho más compleja, pero por limitaciones del medio tengo que resumir.
Los parlamentarios
Y más en concreto los partidos políticos que tienen el encargo de gobernar: PESOE y Unidas Podemos. Dos que, hace un par de días, se han visto obligados a pactar para evitar el desastre, pero con ideologías y misiones incompatibles entre sí, que se ven ahora en la necesidad de dar una imagen de unidad y eficacia democrática, frente al auge de la ultraderecha, y los despropósitos de la Unión Europea en el trato a las personas refugiadas.
Porque, ¿os imagináis qué pasaría si de repente saltara a primera página el debate sobre la restricción del derecho a asilo a las personas que huyen de la guerra y que se han refugiado de las bombas —de las putas bombas— en Grecia u otros estados de la unión?
Los dejan morir en la mar. Los apalean al llegar. Y para colmo, los están repatriando así, sin más; lanzándolas a una muerte casi segura, pasándose por el forro de los cojones el derecho internacional.
Y no. El exagerado no soy yo, sino la maldita realidad.
Los especuladores y los dueños del capital
La estabilidad perjudica al poder económico. No sólo porque restringe los beneficios, sino porque los periodos de tranquilidad sostenidos en el tiempo, dan lugar a la aparición de demandas por parte de la clase trabajadora, y el inicio de movimientos a favor del decrecimiento, o de la justicia distributiva.
Mira la que ha liado Greta Thumberg sólo con estornudar.
Compra cuando todos vendan; y vende cuando todos compren.
El miedo y la crisis sin herramientas para que unos pocos se puedan enriquecer. El miedo bloquea, y se lleva toda nuestra atención; y la crisis es una oportunidad excepcional para hacer inversiones, siempre y cuando se disponga de suficiente capital para la diversificación. A fin de cuentas, es algo puntual, y que se basa en una alarma que va a desaparecer.
Compra cuando todos vendan; y vende cuando todos compren. Y, si puedes organizarte, mucho mejor.
El sistema educativo
Y sobre todo, la enseñanza privada o concertada, que tan mediatizada está por el miedo a lo que sus clientes —los padres y las madres—, puedan pensar.
Porque su prestigio y, por tanto, lo que pueden cobrar, depende en gran medida de que no transciendan escándalos hacia el exterior.
No es de extrañar que cunda la alarma, se cancelen las clases y se incineren pupitres, cuando un profe está malito en el hospital.
Pero también la enseñanza pública. Claro que sí.
Profesionales maltratados por la administración y la sociedad. Saturados por la burocracia y las exigencias de que cumplan con todos los mandatos que otros sistemas han sido incapaces de atender. Con el añadido de que “de educación todas y todos saben”, excepto las y los profesionales formados que se dejan ovarios y huevos para que sus alumnos tengan una calidad de vida mayor.
Todas y todos sabemos que los protocolos tienden a ser muy restrictivos, y que se construyen pensando más en la seguridad de los políticos, que en el bienestar de los demás.
El sistema sanitario
Que ha sufrido agresiones bestiales durante los gobiernos de la derecha, y que la izquierda no ha podido o sabido reconstruir. Que sienten que cada vez importan menos, y cada vez son más asalariados explotados, de quienes importa una mierda su opinión.
No es de extrañar que quieran estar presentes y gestionar bien una crisis que les compete, y que, por fin, cuenta con la atención del público, y algunos medios económicos extra para su gestión.
Ojalá siempre pudiera ser así.
Ojalá las camas que se habiliten, y las y los profesionales recientemente contratados, se puedan quedar.
Los medios de comunicación
Mediatizados por la política, si son públicos; y la publicidad, si son privados.
En cualquier caso, con problemas relacionados con su dependencia de los diferentes tipos de poder, que les obliga a seguir una agenda que llame la atención y “enganche”, es decir, que venda, pero que no comprometa el sistema de poder.
Las crisis infecciosas son excelentes para eso. La gente se traga telediarios y especiales informativos que requieren escasa inversión y, de paso, se olvida de que se hayan destapado prácticas corruptas de una corona que sigue enriqueciéndose de manera brutal e ilegítima —y sin ninguna necesidad—, mientras los obreros luchan por un salario mínimo que a duras penas les permite llegar a fin de mes.
Nosotros: tú y yo
Que activamos los mitos de la cabecera, sin hacer nada con lo que sabemos que es.
Porque nada de lo que he dicho te suena extraño, ¿verdad?
Vaya. A ver si va a ser que, por mucho que nos critiquemos, no nos llevamos tan mal.
* Este artículo no pretende explicar la alarma social por el coronavirus, sino motivar otro tipo de comprensión.
Referencias: FISHMAN, H. (1994). Terapia estructural intensiva: tratamiento de familias en su contexto social. Buenos Aires: Amorrortu MINUCHIN, S. (2009) Familias y terapia familiar. Barcelona: Gedisa MINUCHIN, S. et FISHMAN, H. (1984). Técnicas de terapia familiar. Buenos Aires: Paidós MINUCHIN, S. (1998). Calidoscopio familiar. Barcelona: Paidós NARDONE, G. (2009). Psicosoluciones. Barcelona: Herder
En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.
Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com