La narrativa del maestro: el talismán que promete la restauración de la dignidad 

[…] Pero el contacto con esas tinieblas no es baladí, e impone un proceso de transformación. El futuro maestro (o maestra), que ha sido forzado a vagar por ahí, se impregna del hedor de la ciénaga, se mancha con el barro pútrido, y se obliga a comer los restos de animales que se han ahogado allí. Y es esa experiencia, de contacto con las sombras, la que marca una diferencia con los demás, haciéndole sentir especial. […] 

El maestro (o maestra), en sentido narrativo, es una persona a la que se reconoce sabiduría debido a que ha invertido una gran cantidad de tiempo y esfuerzo en la búsqueda de un talismán. Y que, finalmente, ha encontrado ese objeto mágico, único en el universo, y que contiene o representa LA VERDAD.  

La historia de todo maestro (o maestra) comienza con un dilema vital. Un dilema relacionado con el ejercicio del PODER. El futuro maestro se encuentra, cara a cara, con sujetos más violentos y fuertes, que lo someten, humillan y lo marginan, entendiendo que no cuenta con los recursos para situarse con firmeza frente a ellos y hacerse valer.  

Esta situación es demoledora para él (o ella), e implica el contacto con las TINIEBLAS, a saber, ese pantano oscuro y tétrico, en el que se siente miedo, angustia y vergüenza, porque uno (o una) se sabe inferior, vulnerable y en soledad.  

Pero el contacto con esas tinieblas no es baladí, e impone un PROCESO DE TRANSFORMACIÓN. El futuro maestro (o maestra), que ha sido forzado a vagar por ahí, se impregna del hedor de la ciénaga, se mancha con el barro pútrido, y se obliga a comer los restos de animales que se han ahogado allí. Y es esa experiencia, de contacto con las sombras, la que marca una diferencia con los demás, haciéndole sentir especial.  

Ahora el maestro (o la maestra) tiene acceso a lo que otras personas no pueden ver. No porque sea mejor que ellas, sino porque ha vagado por el terreno que nadie desea transitar. Y ese vagar, caminar sin objetivo, restaura, al menos en parte, su dignidad. A fin de cuentas, se sabe portador de un conocimiento valioso al que otros no pueden acceder.  

Sin embargo, el futuro maestro (o maestra) en el fondo sabe que ese conocimiento no le convierte en alguien especial —son las circunstancias las que le han llevado hasta allí—, pero también siente, por fin, que puede existir un camino para volverse a sentir con valor, protagonista y capaz de ejercer el poder: la POSESIÓN de la VERDAD.  

Por eso, al darse cuenta, el maestro comienza a rumiar la idea de embarcarse en un VIAJE para encontrar el único talismán que puede, definitivamente, colocarle por encima de las personas que lo ultrajaron, difamaron, sometieron y humillaron, para siempre jamás: un viaje para conseguir el TALISMÁN de la VERDAD.  

Durante este proceso, que le aleja de sus iguales, sigue recibiendo agresiones por parte de los guerreros, que ahora no sólo lo ven como un sujeto sin valor, sino como un riesgo para su estatus, al alejarse y no comulgar con todas las cosas, actividades o premisas a las que ellos (o ellas) consideran importantes. Pero él (o ella) persiste, esforzándose por conseguir su misión. Una misión que, poco a poco, se va convirtiendo en el ÚNICO OBJETIVO que puede restaurar su dignidad y dar sentido a una vida que, en lo más profundo, sigue sintiéndose como carente de valor.  

Finalmente, el maestro (o la maestra) emprende el viaje. Pero éste es un viaje peculiar. Un viaje que se realiza en soledad, porque el éxito que se pretende es algo que, de compartirse, pondría en riesgo el objetivo vital del maestro, a saber, protegerse del género humano, siendo el único (o la única) que posea ese talismán.  

Por eso, cuanto más se acerca el maestro (o la maestra) al talismán, es decir, a la VERDAD ABSOLUTA, más se aleja de su propio interior y de los demás, quizás porque lo que pasa dentro de uno mismo y en la relación con los demás no es predecible, ni se puede contener en objeto alguno, al pertenecer al mundo de la magia, de los fluidos, de lo que no se puede expresar.  

Pero el maestro (o la maestra) necesita la verdad. No para satisfacer su curiosidad, sino para sentirse, por fin, protegido, por encima de los demás.  

Con suerte, un día, el personaje del cuento encuentra lo que buscaba: el MALDITO talismán. Regresa a su tierra, con un objeto que sólo puede poseer él (o ella) y que le da poder. Y lo exhibe en la plaza de su pueblo, dejando a los vecinos anonadados por lo que ha podido conseguir.  

El maestro siente, así, que su búsqueda ha finalizado. Que, por fin, es reconocido en el lugar en el que siempre ha querido estar. Y que, ese reconocimiento de sus iguales restaura su valor, su poder y su dignidad.  

Pero es una satisfacción que no dura.  

No señor.  

Porque sabe que su éxito no tiene que ver con lo que él es, sino con lo que ha llegado a poseer.  

Toma ya.  

Y porque, en ese camino, el ya reconocido como maestro (o maestra) se cruzó con otros sujetos que también aspiraban a encontrar su talismán. Y sabe que talismanes hay muchos, porque no existe una única verdad.  

Qué miedo. No existe una única verdad.  

Por eso, el maestro (o la maestra) vive en un perpetuo estado de ANGUSTIA. Una angustia que viene asociada al miedo de que alguien se le aproxime con una piedra más preciosa que la que pudo encontrar él. Una angustia que le hace permanecer en esa lucha atávica que siempre quiso resolver, y que, ahora, se expresa en las diferentes formas de VIOLENCIA que ejerce contra alumnas y alumnos. 

Porque el maestro (o la maestra) se encuentra en un DILEMA irresoluble: por un lado, necesita a sus aprendices para sentirse con valor; pero, por otro, teme que le puedan robar lo que él posee y le coloca en una posición privilegiada para sostener su dignidad. Le aterra que emprendan su propio viaje y anulen los esfuerzos que a él ha podido hacer. 

Y, por eso, luchará hasta la extenuación contra quien afirme, con mirada postmoderna, que la verdad es relativa o se basa en una multiplicidad.  

No lo puede tolerar.  

Siente que vuelve al destierro de las tinieblas. A ser nadie en soledad.  

Quién sabe. Puede que ésa sea una de las razones por las que, en tantísimas ocasiones, la escuela enseña, pero impide aprender.  

¿Te suena? 

Y ahora, pregunta para ti:  

¿Cómo crees que el maestro (o la maestra) puede superar este círculo vicioso, en el que aferrarse al talismán le genera más inseguridad? 

Siendo realista, ¿cuál te gustaría que fuera el final? 


* Vaya por delante que no estoy haciendo referencia a todos los maestros (o maestras), ni mucho menos, restringiendo esta narrativa a una profesión. Son innumerables los (y las) docentes con buenos deseos asociados a su profesión. La narrativa del maestro es algo que trasciende el terreno escolar. Hay maestros en todos los ámbitos de la vida. Pero ya va siendo hora de intuir, al menos, qué puede estar pasando con las personas que necesitan ser reconocidas como gurús.  


Gorka Saitua | educacion-familiar.com 

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