El sentido como criterio de realidad 

[…] Todas las familias tienen una historia que gravita sobre el momento presente, tiñendo de un color o de otro las reacciones que todos los miembros pueden tener, y su mundo interior. Es decir, que el sentido que las niñas y niños dan a los gestos y experiencias con sus padres y madres, es lo que sostiene, en última instancia, la sintomatología que unos y otros puedan padecer. […] 

Uno de los errores que observo en muchas y muchos profesionales de la crianza es olvidar que cualquier tipo de conducta, actitud o estado de las madres y los padres adquiere #sentido para sus hijas e hijos en un contexto #relacional y #narrativo.  

Esto significa que, por muy bien que queden en historys y reels, iniciativas que, a priori, pueden resultar muy bonitas y respetuosas, pueden ser dañinas para las pequeñas y los pequeños.  

Por ejemplo, si yo os hablo de dar ejemplo y explicar con razones, seguramente me digáis que cojonudo, que súper bien.  

Sin embargo, pensad en un niño, que es el pequeño de tres hermanos, que vive en una familia donde los progenitores se #sacrifican y, a cambio, exigen sin nombrarlo que los hijos se parezcan a ellos, dificultando su diferenciación. En estas familias, los hijos (e hijas) mayores, tienen relativamente fácil cumplir la misión. Son más grandes y maduros que sus hermanos, por lo que pueden cumplir y tener un lugar. Pero el pequeño de todos —quien ahora nos interesa— está en una situación mucho más jodida, porque su edad y su madurez de coloca a años luz de lo que de él se espera.  

En estas familias se distingue entre “los que dan” y se parecen a sus mayores, y “los que reciben” que son tachados de egoístas, desagradecidos y, en coherencia, deben ser metidos en vereda a través del sacrificio de los adultos, es decir, de un esfuerzo intermitente, que les comunica y vuelve a comunicar la idea de que no están a la altura, que no valen lo suficiente, y que deben esforzarse más para llegar a un nivel que sienten imposible de superar.  

En estos casos, dar ejemplo y explicar con razones —por muy bien que se haga— se convierte en una forma de tortura brutal. Un agarrar el autoestima pálido de las niñas y los niños y retorcerlo, hasta que extraer las últimas gotas de sangre que le pueden dar algo de vida o vigor.  

Pasa algo parecido con los cuidados en un modelo de familia #hiperprotector que, para quienes no lo sabéis, es el dirigido por madres y padres que tratan de evitar casi todos los problemas, conflictos y peligros a sus hijas e hijos, para regular su propio miedo e inseguridad. En estos casos, conductas aparentemente positivas como recibir a un niño en brazos cuando algo le ha salido mal, comunican mensajes entrelazados, del tipo “tranquilo, te protejo” y “atento, que algo nos puede destrozar”. Por eso nos encontramos con peques que no pueden relajarse, aunque sus madres y padres lo hagan aparentemente muy bien.  

Y así con todo, colega.  

Todas las familias tienen una historia que gravita sobre el momento presente, tiñendo de un color o de otro las reacciones que todos los miembros pueden tener, y su mundo interior. Es decir, que el sentido que las niñas y niños dan a los gestos y experiencias con sus padres y madres, es lo que sostiene, en última instancia, la sintomatología que unos y otros puedan padecer.  

Por eso es tan importante que los profesionales de la psicología, la pedagogía, la educación social y el trabajo social, dejemos de lado la epistemología conductista —ya sabéis que me cago con caca gorda en esa corriente— de la que tanto hemos mamado, y optemos por formas más hermenéuticas y comprensivas de acercarnos a la realidad.  

Porque lo que nos tiene que importar es la infancia. Y la infancia se revuelve, sufre o se recupera a través de los sentidos que les pueden llegar.  

Que a veces se nos olvida que las niñas y niños procesan y corporalizan la comunicación.  


Lecturas recomendadas:  

BARUDY, J. y DANTAGNAN, M. (2010). Los desafíos invisibles de ser padre o madre. Barcelona: Gedisa 

NARDONE, G.; GIANNOTTI, E.y ROCHI, R. (2012) Modelos de Familia. Conocer y resolver los problemas entre padres e hijos. Barcelona: Herder 

WHITE, M. y EPSON, D. (1990). Medios Narrativos para fines terapéuticos. México: Paidós 


* Y ahora a hablar de mi libro: ya sabéis que estamos en campaña por un #quirófano sensible al #trauma_infantil. Echa un vistazo al blog. Primera entrada.  


Gorka Saitua | educacion-familiar.com 

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