Hoy me pregunto si había algo de razón en las conclusiones a las que llegó ese niño que exploraba con curiosidad lo que pasaba si ponía atención a su sufrimiento.
Soy alérgico a los ácaros. Es una pequeña faena.
Ahora lo llevo bastante bien; sólo tengo síntomas de vez en cuando. Pero de niño, pasé algunos malos momentos. Puede ser muy molesto.
Con muy poquitos años, me percaté de un fenómeno muy curioso: si mantenía mi atención en la sensación de congestión nasal, ésta tendía a aliviarse.
Era algo muy evidente. A veces, incluso, escuchaba un “paff” y durante unos segundos podía respirar perfectamente bien.
Vaya movida.
Eso sí, el alivio no duraba mucho. En cuanto volvía a hacer vida más o menos normal, la nariz se me volvía a cerrar. Y a fastidiarse de nuevo.
Siempre he vivido con la idea de que mi enfermedad era algo “orgánico”. Mi cuerpo reaccionaba de manera muy intensa a determinados bichitos inofensivos, y me tenía que fastidiar con eso.
Así que, poco a poco, fui confiando a las medicinas, y olvidando mis experimentos.
Estoy jamao. Será una jartada. Qué voy a saber yo de todo eso.
Hoy, leyendo, estudiando, haciendo terapia y viendo el impacto que algunas sesiones tienen en el cuerpo de las personas a quienes acompaño, me pregunto si había algo de razón en el pensamiento de ese niño que exploraba con curiosidad lo que más le jodía.
Porque el sistema inmunológico no son sólo anticuerpos, linfa y glóbulos blancos. Sino también nervios, ganglios nerviosos, cerebros, bacterias, músculos, pulmones, y la de dios es cristo.
Y funciona mejor a través de la tranquilidad y el alivio que proporcionan el autocuidado. Es decir, prestar atención a lo que uno siente, dedicándole el tiempo oportuno.
A ver, que soy realista, oye, y no veo unicornios de colores. Sé que mi alergia no se cura. Es una condición que va conmigo. Pero quizás, la cosa hubiera sido un poco más llevadera si me hubiera llevado mejor con la enfermedad, sin activar tanto la lucha y el control contra ella.
En el peor de los casos, al menos, me habría sentido algo más correspondido al dar valor a mis experimentos. Que, ahora creo, tenían un sentido profundo.
Hoy, me encuentro con muchas personas que presentan síntomas físicos que, no lo niego, tienen una base orgánica: alergias severas, fibromialgia, dolores musculares, cefaleas, etc. Son dolencias que les pasan una gran factura a ellas, y a sus familias. A menudo, toman medicación que dicen que les sirve para poco o para nada.
Sin embargo, en el transcurso de las sesiones, vemos que responden muy bien al autocuidado que, en sus primeros pasos, es un poco lo mismo que descubrió ese niño que experimentaba con los mocos. Que si se presta suficiente atención al dolor, y se le escucha, parte del sufrimiento desaparece. Que si se le trata de anular, y guardar muy adentro, la cosa se desmadra y acabamos dando tumbos o palos de ciego.
Nunca, y digo NUNCA, diré a una persona que deje un tratamiento médico, o que sustituya la opinión de un facultativo por lo que yo le propongo, pero no dejaré de afirmar que lo mismo que sirve para convivir y aliviar el dolor emocional, también ayuda a enfrentar el sufrimiento físico.
A veces, las personas con las que trabajamos, necesitan experimentarlo. Ver que ellas y ellos también pueden cuidarse los moquitos. Que pequeñas cosas pueden tener un gran impacto en su calidad de vida. Porque, con esta medicina cientificista, disociada de lo emocional y de los cuidados, siempre nos olvidamos de que las personas podemos responsabilizarnos de nuestro propio sufrimiento.
Y de que eso nos viene muy bien.
Autocuidados paliativos.
¿Alguna vez te han hablado de esto? 🤔
Referencias: PORGES, S.W. (2017) Guía de bolsillo de la teoría polivagal: el poder transformador de sentirse seguro. Barcelona: Eleftheria VAN DER KOLK. B, (2015). El cuerpo lleva la cuenta. Eleftheria: Barcelona
En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.
Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com
hola, tu post me hizo pensar muchas cosas de cuando eramos de niños creo que de niña me pasa algo así pero no le tomas mucha importancia pero ahora creo que me daré tiempo de ver o fijarme mas en los niños que vea de ahora en adelante . Muchas gracias
Saludos
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Gracias, Marisol, por darme tu opinión sobre el artículo. Espero que descubras muchas cositas. Un saludo!
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