[…] En este punto, la tentación está puesta en bandeja. Porque, de alguna manera, esa niña o ese niño tiene más que claro qué debe hacer para ir en contra de sus mayores y, a la vez, seguir perteneciendo al único sistema en el que puede sentir pertenencia y seguridad: repetir los patrones que, en su día, siguieron su padre y su madre, con el añadido, además, de que desde su lugar no se perciben como peligrosos gracias a la narrativa familiar que explica como ellos estuvieron en riesgo, pero salieron adelante. […]
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