[…] En ese momento, justo en ese momento, sentí el primer atisbo de compasión hacia ella y, en consecuencia, ganas de acercarme, reparar y acompañar esa tristeza que no hablaba de mí, sino de una niña sobrepasada por los retos —sin duda, abrumadores— de una vida que estaba por cambiar: el inicio de cole, nuevas rutinas, nuevos amigos, nuevas obligaciones y Aita y Ama mucho menos disponibles de lo que, hasta ahora, han podido estar. […]
Seguir leyendo «Un pinchazo de rencor»