Lacan para dummies

[…] Existen dos formas de regular el ego cuando te vienes demasiado arriba: tener un gato e intentar leer a autores Lacanianos. […]

Existen dos formas de regular el ego cuando te vienes demasiado arriba: tener un gato e intentar leer a autores Lacanianos. 

Eso es, “intentarlo”. Yamentiendes. 

Madre mía, qué bajonazo. Cuando uno se creía con cierto nivel en comprensión lectora, viene un jarto como Slavoj Žižek, pim, pam, pum, toma lacasitos, a colocarte en tu sitio. 

Y hay quien dice que es de los “sencillitos”. Pero, a ver, de qué va la peña. Me dan ganas de agarrar un palo, hacer el molinillo, y empezar a repartir hostias sin criterio a gafapastas presumidos. Sí, Sr. Juez, no me arrepiento; sigo pensando que se trata de violencia justificada. Aporto los Seminarios de Lacan como prueba. Lea, lea. A los hechos me remito. 

Vosotros no lo sabéis. Pero una de las mejores aplicaciones de la IA es ayudar a tipejos como yo a enfrentar este tipo de textos. Ya sabes, aparece un concepto que no está en tu registro, le dices que te lo explique en plan sencillo, y luego tiras y tiras del hilo. No vas a hacer una comprensión profunda, claro, pero no tienes que lidiar con subiditos que te complican las cosas para mirarte por encima del hombro. 

Y algo pillas, porque no media un chorralaire que te mira por encima del hombro. 

Sea como sea, la cosa es que me he dejado llevar por estas aplicaciones y, para mi sorpresa —hostia, no me jodas— resulta que es una teoría que cuadra bastante bien con el modelo desde el que trabajo. Sí, de verdad, no es incompatible con la teoría sistémica narrativa, polivagal y del apego. Encajan que da gusto. 

Trato de explicarlo a ver si me entiendo a mí mismo, pero no me juzguéis si digo gilipolleces. Que estoy aprendiendo. Jolín. 

Para entender estos engranajes o conexiones entre grupos aparentemente tan diferentes de ideas, podemos partir del concepto Lacaniano del FANTASMA. Para los que no hayáis preguntado a la inteligencia artificial, parece ser que el fantasma hace referencia a lo que una persona siente que los OTROS (al principio, sus otros significativos, y luego los otros que constituyen la sociedad e imponen la ley) DESEAN de ella o de él. 

O algo así. 

Lo interesante de todo esto es que eso que los otros desean sobre uno define también, de alguna manera, lo que TEMEN de ella o de él. A fin de cuentas, si mis padres desean algo de mí es porque todavía no lo tengo o, lo que es peor, sienten que nunca lo voy a poder tener; por lo que existe la cierta posibilidad de que me quede sin ello, y vaya por un camino diametralmente opuesto a lo que quieren de mí. 

Esta falsa dicotomía entre el DESEO del las personas de las que se depende, y el TEMOR a que esas personas vuelcan sobre la mente en desarrollo, es lo que configura los diferentes tipos de FALTA PRIMORDIAL, a saber, una sensación de carencia o vacío interno que tiene una característica definitoria y trágica: por mucho que se intente, no se puede llenar. Pero es, además, una falta que es SANCIONADA por la LEY —el Nombre del Padre—: constituye una obligación (“debes ser así”) que no se puede colocar en imágenes o simbolizar. Es decir, que se relega o acaba perteneciendo al REGISTRO de lo REAL. 

Vamos a poner un ejemplo. Es un clásico. Imagina un chaval que vive con un padre muy estricto y una madre que actúa como víctima para regular la violencia que él puede ejercer. Además, gracias a esa actitud protectora, ella se gana el favor de su hijo, que acaba actuando como su pareja, es decir, como la única persona que le puede satisfacer en el terreno afectivo. No sería extraño que el chaval desarrollara la sensación interna de que es invisible más allá de las conductas que tenga para con sus progenitores (la sumisión ante el padre, y la nutrición hacia la madre). Es como si el mundo le dijera que “no puede ser”. Pero, lo jodido de todo esto, es que todo ello está fuera del ámbito del lenguaje, porque hablarlo, exponerlo, implicaría una crisis profunda para todo el sistema familiar. 

Sin embargo, en estas circunstancias, el chaval estaría expuesto, también, a un conflicto de misiones incompatibles, porque, si es sumiso ante el padre, que está en conflicto con la madre, no puede nutrir a su madre; pero, si opta por cubrir las necesidades de su madre, está ocupando en lugar del padre, ahondando en el conflicto que pueda tener con él. Se conforma así otra falta: “haga lo que haga no soy protagonista, o no tengo poder”. 

Se complica la vaina, ¿no crees?

Sea como sea, el chaval se verá obligado a desarrollar un SÍNTOMA que le permita tener la ILUSIÓN de cubrir la FALTA. Porque, cuando una falta no se puede cubrir, necesitará hacer algo que, al menos, le permita sentir que esa carencia se puede cubrir. Por eso, el síntoma implica en muchas ocasiones una COMPULSIÓN DE REPETICIÓN que implica lo que LACAN llama GOCE, es decir, de cierta satisfacción que implica sufrimiento. La satisfacción proviene de la esperanza falaz de llegar a cubrir esa necesidad, mientras que el sufrimiento acontece por dos vías: por un lado, por la conciencia de que esa falta no se puede cubrir, pero también por las diferentes renuncias que la compulsión del síntoma obliga a hacer. 

En el caso de este chaval, puede que el síntoma que desarrolle sea traficar con estupefacientes y, de paso, meterse polvitos por la nariz. Si entendemos estos síntomas a la luz de su FALTA (la falta de mirada más allá de la conducta o la imposibilidad de tener poder), podemos intuir ciertas funciones: cuando el chico trafica tiene poder sobre los demás, desafía el mandato familiar para hacer su vida, cultiva su independencia, y siente cierto orgullo de ser como es. Pero, también, comprender su goce: esa necesidad es imposible de satisfacer, entre otras cosas, porque en ese contexto delincuencial el otro se concibe como una amenaza, un proveedor o un cliente, pero jamás como un igual; y, además, el síntoma le obliga a renuncias formidables difíciles de gestionar, como por ejemplo, los estudios, la familia o el aprecio de las personas a quienes sí que da valor. 

Se ve, entonces, como la falta acaba formando un vacío interior que no se puede satisfacer. Se entiende cómo el síntoma es un intento infructuoso para mantener la esperanza de que esa falta se puede satisfacer. Y se comprende que todo ello implica compulsión y goce: cuanto más intenta una persona cubrir esa carencia, más debe sufrir. 

Pero ese síntoma, también, tiene un impacto en los sistemas a los que pertenece el “paciente identificado”, entre otras cosas, porque es algo que, por su propia naturaleza, es muy complicado de simbolizar y/o entender. Genera desesperanza (“no se puede resolver”), confusión (“no lo entiendo”) y pérdida del sentido de agencia (“no tenemos impacto sobre ello”). Por eso acaba pasando de ser “un problema” a ser “el tema principal de la vida familiar”. Y aquí, amigas y amigos, es donde realmente se complican las cosas, porque cuanto todo un sistema lucha para erradicar el síntoma, acaban perdiéndose de vista las necesidades de fondo que intenta —sólo intenta— satisfacer. Y esto es clave, porque gran parte de nuestro trabajo como educadores familiares va a ser, como hemos dicho una y mil veces, ayudar a la familia a modificar la relación que tienen con el síntoma para que deje de ser un enemigo, a un aliado o una fuente de información de calidad. Porque, a fin de cuentas, el síntoma no deja de ser una conducta que codifica un mensaje que no se puede representar con imágenes ni simbolizar con palabras, por eso es tan potente la TERAPIA Y LA ORIENTACIÓN NARRATIVA: permiten, a través de diferentes recursos como los relatos o las metáforas, establecer un puente entre el registro de lo simbólico, lo imaginario y lo real. Es decir, nombrar lo innombrable, de manera que la persona pueda gestionar mejor lo que acontece o, en el mejor de los casos, cubrir esa falta que le perturba posiblemente desde su configuración como persona que desea, más allá de la fusión con lo maternal. 

En esta fusión entre la teoría lacaniana y narrativa, pueden observarse 3 tipos de intervenciones que, sin ser las únicas, son clave para que la persona pueda tener una mejor relación con su falta. Y para que las personas que la acompañan, habitualmente sus familiares, puedan relacionarse mejor con el síntoma que conlleva ese goce (satisfacción y un sufrimiento que preocupa y confunde), desarrollando otro modelo de relación con él. 

Quizás, lo primero sea cierto proceso de PSICOEDUCACIÓN acerca de la falta, basado en la idea de que lo que uno siente que los demás desean sobre una o uno, y lo que temen sobre ella o él, es una construcción que se produjo en el pasado, en otro momento vital. Es decir, en un momento en el que la persona tenía tan corta edad, que no podía comprender la complejidad de lo que “realmente” pasaba, y que, además, con el tiempo, pudo modificarse o cambiar. 

Comenzamos, entonces, a reescribir esa historia de vida que, de alguna manera, ha configurado la identidad de la persona que ha desarrollado el síntoma, y de las competencias – incompetencias del sistema familiar. Entendiendo que, cuando un síntoma emerge, suele ser por un MALENTENDIDO en el REGISTRO DE LO REAL, y no tanto porque los padres o las madres lo hayan hecho o lo estén haciendo mal. 

Esta idea es clave, y choca frontalmente contra los planteamientos tradicionales de los servicios sociales, que basan ejercen una violencia vengativa que se justifica por la misión atribuida socialmente de juzgar a las familias en términos de carencia, incompetencia o incapacidad. 

Coño lo que acabo de decir. 

Para esta reelaboración de la historia asociada a la falta, es muy importante recopilar TESTIGOS ACREDITADOS o de calidad. Es decir, personas de confianza para las personas implicadas en el proceso, que puedan ofrecer información que pueda enriquecer el relato acerca de lo que pasó entonces y después. Pero que, sobre todo, puedan responder de manera alternativa o creativa a las preguntas clave: ¿qué es lo que se deseó y se desea ahora sobre/para él? ¿Qué es lo que se teme de ella o él? Entendiendo, ahora, que el temor de los progenitores (u otros significativos) no tiene tanto que ver con las carencias que atribuyen a esa persona, sino con la FALTA que ellos no han sabido o podido gestionar. 

Atención a lo que acabo de decir. Reconocer la falta de los progenitores y ponerle palabras, es una factor de protección clave, porque, cuando la persona que la desarrollado el síntoma entiende que las presiones que ha sufrido no eran por lo que ella era, sino por los retos imposibles que han tenido que enfrentar sus progenitores, se produce una liberación brutal. Y, desde ese alivio profundo, que abre el pecho al amor y la curiosidad, una o uno pueden abrir su corazón a que el otro, los otros, cuiden o llenen ese vacío, desde la conciencia plena de cómo esas palabras, metáforas e imágenes pueden satisfacer. 

Se elabora, entonces, una NUEVA NARRATIVA en la que no sólo está presente el síntoma como TEMA VITAL, sino en la que también hay un relato asociado a lo que acontece al cubrir la falta del “paciente identificado”, o la de las personas significativas que lo acompañan de cerca, porque quieren lo mejor para ella y para él. 

Se inicia así un proceso en el que todas y todos empiezan a cubrir esa falta. Unos vacíos que, quizás, nunca puedan llenarse del todo, porque la naturaleza de esas necesidades es así. Se tratará, por tanto, de una NARRATIVA INCONCLUSA, en la que no se ve ni atisba un final, pero que —esta vez sí— permite que aflore la ESPERANZA, porque incorpora el MOVIMIENTO no sólo de la persona que desarrolló el síntoma, sino de todo su sistema familiar. Y la sensación de que el sufrimiento se puede reconfortar y, con suerte, aliviar. 

Y ya sabéis lo que repito yo mucho por aquí. La salud familiar no es un estado, sino una fluctuación saludable que permite ajustar las decisiones y respuestas somáticas a los diferentes retos que impone la realidad. 

Mecagoenlamadrequemeparió. Espero que hayáis entendido algo. Me da a mí que me he vuelto el gafapastas gilipollas que juré destruir. 

Venga, os dejo que me hostiéis. 

* Nota del autor. No me hagáis ni puñetero caso. Yo de estas cosas no tengo ni idea. Sólo estoy tratando de aprender. 

Referencias: 

AZNAR, F.J. (2019). La restauración de la competencia narrativa del trauma. Análisis de un caso. Fundación Meniños. Universidad de A. Coruña.

AZNAR, F.J. Reescribir la vida. Enfoque psiconarrativo de las crisis de la adolescencia.

ZIZEK, S. (1989). El sublime objeto de la ideología. Siglo XXI Editores: Buenos Aires. 

Lacan para Multitudes. Seminario Abierto. Primer víceo: https://www.youtube.com/watch?v=4i2vQEHnpEs&t=1541s

.ChatGPT y Gemini, porque tengo acceso limitado por no pagar.


Gorka Saitua | educacion.familiar.com

2 comentarios en “Lacan para dummies

  1. Avatar de María de los Ángeles Figueroa María de los Ángeles Figueroa

    Hola Gorka, feliz año espero poder tener tener la mente abierta y tanto conocimiento como vos. Gracias por todo lo que compartid y las veces que me has respondido.

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