No deja de sorprenderme el escaso valor que da nuestro mundo a las emociones. ¿Por qué será?
Me inquieta y me perturba sustancialmente la falsa diferenciación que todas y todos hacemos entre las cosas o los procesos que tienen que ver con “la razón”, y los que tienen que ver con “la emoción”.
Seguramente, haya muchas explicaciones para este fenómeno, y multitud de visiones acerca del tema, pero hay dos que me resultan más que evidentes: el PATRIARCADO y el CAPITALISMO, fenómenos que están íntimamente relacionados.
El patriarcado se relaciona con la distribución injusta de las oportunidades y el poder, en función del género, es decir, de las atribuciones que hacemos hacia hombres y mujeres, en función de sus sexo, otorgando las funciones productivas a los hombres, en detrimento de las mujeres.
No es de extrañar que, en nuestro imaginario colectivo, la RAZÓN sea un atributo MASCULINO, mientras que la EMOCIÓN es un atributo FEMENINO. La primera está asociada a la frialdad, a la toma de decisiones, a la producción y la la gestión eficiente del capital; mientas que, la segunda, se relaciona con la debilidad, los cuidados, la presencia, la estética y el arte.
Sin embargo, nuestro cerebro no funciona de manera dicotómica o escindida, sino global. Cualquier cosa que hacemos, requiere la coordinación entre nuestro sistema límbico y córtex prefrontal. Sin emoción, no hay motivación a la conducta. No hay movimiento, ni actividad cerebral.
La conclusión es evidente. No hay una forma de “ser” o “funcionar” masculina o femenina sino, tan sólo, formas de funcionar. Esto derriba una de la principal DIVISIÓN DE PODER de nuestro entorno y nuestra sociedad, y que nos DEFINE y CONDICIONA incluso antes de nacer.
La posición subyugada de la emoción respecto a la razón está, además, muy relacionada con la sociedad de consumo cuyo valor preponderante es el CAPITAL.
Para entenderlo, me gustaría introducir un concepto clave de la autorregulación emocional: el TRÁNSITO DE LA EMOCIÓN.
Transitar la emoción implica sentirla en toda su intensidad, prestarle atención y escuchar lo que tiene que decir, para decidir en consecuencia. Con sensibilidad y sabiduría, quedándonos SATISFECHOS y superando, por nosotras y nosotros mismos, nuestro propio sufrimiento y malestar.
Si la emoción no se transita, aparecen SÍNTOMAS. Los síntomas son alteraciones de nuestro físico, nuestro comportamiento o de nuestro sistema nervioso que, o bien nos ayudan a cubrir esa necesidad, o nos alivian momentáneamente ese sufrimiento.
Un síntoma es, por ejemplo, como me ocurre a mí mismo, necesitar un vídeo de YouTube para distraerme y dormir. La paradoja de los síntomas es que sirven para pasar el momento, pero no liberan la emoción, es decir, nos mantienen fijados ahí, COARTANDO nuestra libertad. Es decir, que sigue quedando algo que resolver.
Un síntoma no se relaciona necesariamente con un gran sufrimiento, ni con la imposibilidad de hacer las cosas de manera diferente; pero siempre condiciona nuestra LIBERTAD.
Eso nos conecta con el CONSUMO. Que no es sino otro síntoma de malestar emocional. Como mis vídeos de YouTube, que —que sí, que puedo prescindir de ello, que estoy bien— NECESITO para dormir.
A los vendedores de trastos que, cojones de pato, somos TODAS y TODOS, no nos interesa que la gente se sienta bien. Porque sentirse bien, a gusto con uno mismo, implica que podemos prestar toda nuestra atención a nosotros mismas y mismos, encontrando un mundo fascinante allá a donde vamos, sin MIEDO a SUFRIR. Que vamos a estar más conectados con las personas a las que queremos, disfrutando del regalo de su existencia y su bienestar, o cuidándolos cuando enfermen o se sientan mal.
Ser educador implica un proyecto político.
Mantenerse al margen, es actuar como un perro al servicio de ese poder.
Cuidarnos es subversivo.
Es un acto de rebelión hacia fuera y hacia dentro.
Es el ejercicio supremo de la libertad, y de la igualdad.
Sin paradojas. Sin contradicciones.
Y se puede. Es real.
En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.
Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com
La revolución de la ternura…
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Sobre todo con nosotr@s mism@s cuando la emoción que se mueve es otra que no nos gusta…
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