Juzgar a terceros por su comportamiento, les niega el trato que necesitan para superar o reparar lo que han hecho.
Podemos mirarnos también un poco esa tendencia a juzgar TODO desde el punto de vista #moral.
Y sobre todo, a dividir a las personas en buenas males, cercanas o ajenas, en función de UNA de sus acciones.
Cansa.
Vale que nos sintamos una mierda, y que necesitemos vernos en un pedestal, aún a costa de pisar cabezas, pero igual va siendo hora de aceptar que algunas de nuestras conductas —y más durante la pandemia— escapan a nuestro control, porque nos desborda el maldito #miedo.
Cargamos en contra de las personas que repudian a sus vecinas y vecinos trabajadores de hospitales y supermercados, colocándolos en el saco de los otros, los indignos, inmorales o degenerados.
Pero rara vez nos preguntamos el por qué o el para qué de su comportamiento. No entendemos que pueden estar aterrados, sobrepasados por el malestar que el miedo o la tristeza provocan les provocan dentro. Que, muchas de ellas y de ellos, pasan al acto, no porque quieran joder a nadie, sino porque no soportan más ese dolor en el cuerpo.
Y, después, se quedan peor que antes. Con el mismo malestar y con la “sensación sentida” de ser una puta mierda humana. O lo que es lo mismo, con más malestar y sensación de descontrol y más probabilidad de hacer daño. No porque sean indignos o malos, sino porque no cuentan con el andamiaje emocional que necesitan.
Porque los buenos, los dignos, los sabios, es decir, los que escriben carteles de bienvenida a héroes como cajeras y médicos, están derrochando su energía en pisarles la cabeza, sin reparos.
Toca decirlo bien alto. Nuestra mala leche y nuestro impulso por figurar entre los buenos, sólo habla de la forma de tratarnos a nosotros mismos. Es decir, desde el control y la punición, más que desde el #cariño y los #cuidados.
Es la forma como hemos aprendido a tratarnos. La misma que proyectamos en nuestras y nuestros enemigos. Que nunca quisieron serlo, ni ir contra nosotras y nosotros.
Dejad de juzgar, cojones, y cuidaros.
Lo agradeceremos, también, el resto.
Referencias: BARUDY, J. y DANTAGNAN, M. (2009). Los buenos tratos a la infancia: parentalidad, apego y resiliencia. Barcelona: Gedisa CRITTENDEN, P.M. (2002). Nuevas implicaciones clínicas de la teoría del apego. Valencia: Promolibro FOCUAULT, M. (1975). Vigilar y Castigar: nacimiento de la prisión. Madrid: Siglo XX GIRARD, R. (1983). La violencia y lo sagrado. Barcelona: Anagrama GUÉNARD, T. (2017). Más fuerte que el odio. Barcelona: Gedisa RANECIERE, J. (2010). El maestro ignorante. 5 lecciones sobre emancipación intelectual (edición revisada). Barcelona: Laertes Educación
En este blog «caminamos a hombros de gigantes». La mayor parte de las ideas expuestas se basan en nuestra bibliografía de referencia.
Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com