Dejemos que cada niña y cada niño active sus recursos protectores, por muy extraños que nos parezcan.
Un libro que muchas y muchos hemos leído en el colegio: “La conquista de la felicidad”, de Bertrand Russell.
Comienza con la confesión del autor —una de mis personas preferidas— de que de joven estuvo a punto de quitarse la vida, pero que evitó esa tentación gracias a sus deseos de aprender más matemáticas.
Yo era adolescente cuando lo leí, y me quedé con el culo roto.
¿Qué tontería es ésta? Menudo friki.
Sin embargo, esta es la realidad de muchos niños y niñas que se sienten un bicho raro. Que no encajan. Que son rechazados o humillados por tener intereses divergentes a la norma, o porque les fascinan cosas a las que otros muchos ni siquiera llegan.
Y ante estos niños y niñas que sufren, y que, a veces, también piensan en el suicidio, hay una manada de profesionales de la vieja escuela, que identifican la normalidad —es decir, ser como la mayoría— como un indicador de salud mental. Y que les fuerzan con sus consejos de vieja, a comportarse como el resto para [por ejemplo] “hacer amigos”.
Pues las y los profesionales que trabajamos con personas que de verdad sufren lo tenemos claro: no hay mejor forma de empujar a un niño, una niña o un adolescente al suicidio, que decirle que no es como debería, y obligarle a ser algo diferente a lo que marcha su naturaleza. Y no hay mejor tratamiento contra la depresión y desesperanza, que mirarlo con cariño y orgullo por lo que realmente es. Con agrado, sin valoraciones de ningún tipo.
El adolescente que fui y que escuchó con una sonrisa esa frase, al tiempo se sintió muy solo y separado de sus amigos. No por sus altas capacidades —nunca las he tenido—, sino por otros motivos. Y encontró en la filosofía —cuyos libros apenas entendía— la esperanza de que existiera algo fascinante por descubrir y, con ello, cierto gusto por la vida.
Paradojas de la vida.
Circunstancias excepcionales requieren recursos excepcionales.
No privemos a la infancia de la libertad de ser ella misma. Nunca.
Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia, es la teoría sistémica estructural-narrativa, y la teoría del apego. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com
