[…] Pero las cosas son todavía peor, porque esa respuesta caracterizada por desinflarse en una aparente apatía también es objeto de sanciones. Porque, ante los ojos que no saben nada de los movimientos del sistema nervioso autónomo —por muy “profesionales” que supuestamente sean—, pasa por negligencia ante las necesidades básicas. […]
Seguir leyendo «Cuando se pierde el derecho al bajón, ¿qué queda? «


