[…] Chavalas y chavales que tienen que hacerse daño como medio para obtener validación, a través de las autoagresiones o la culpa. Y que han aprendido —muy a su pesar— que sólo en esas condiciones pueden sentir un soplo de reconocimiento o dignidad, y ser reconocidos como suficientemente buenos. […]
Seguir leyendo «La narrativa del penitente»


