Abrimos algunas ventanas para ventilar porque la casa olía a comida, y le pedimos que estuviera un rato conmigo en una habitación cerrada, para que no pasara frío. Nada, 5 minutillos, muy poco tiempo.
—¡¡Quiero pasar frío!! —pedía a gritos— ¡¡Quiero pasar frío!!
Seguir leyendo “Cuando te pide un imposible”