El ataque de pánico de Raily

[…] la emoción que ayuda a Raily a regular su ansiedad es Alegría y, esto, casi nunca —por no decir nunca— se corresponde con la realidad. La emoción que suele ayudar a regular la ansiedad es Tristeza. […]

Hay una escena muy bonita en la peli “Inside Out 2”, en la que Raily, la protagonista, sufre un ataque de ansiedad durante un partido de Hockey, pero consigue regularse y volver a la seguridad y activar su sistema de compromiso social. Pero, también, es una escena que da lugar a confusiones. 

Confunde porque la emoción que ayuda a Raily a regular su ansiedad es Alegría y, esto, casi nunca —por no decir nunca— se corresponde con la realidad. La emoción que suele ayudar a regular la ansiedad es Tristeza. De hecho, las expresiones faciales de Alegría y Raily durante la película denotan aceptación y tristeza. 

Lo digo porque me parece peligroso lanzar el mensaje a la infancia de que, si sufren ansiedad en mayor o menor grado, tienen que dar espacio a la alegría. La alegría, en estos casos, no sólo no es posible, sino que suele empeorar las cosas, dado que implica un esfuerzo sobrehumano para hacerla valer. Y toda esa energía acaba, sin duda alguna, incorporándose al sistema nervioso autónomo y, por tanto, alimentando la ansiedad. 

La alegría lanza mensajes del tipo “recuerda lo bueno” —cuando las condiciones no lo permiten, y tan bien relata la película—, o “vas a estar bien” cuando todo apunta a un descalabre brutal. La tristeza, sin embargo, permite aligerar las tensiones del sistema, conectando con lo que para la persona y los suyos es importante, ayudando a la aceptación de la realidad, y activando la compasión hacia uno mismo y hacia los demás. 

Justo lo que pasa bajo el influjo de Alegría, y eso, siendo estrictos, no puede ser. 

No es extraño que, detrás de la ansiedad haya unos esfuerzos sobrehumanos para mantener el tipo, y duelos sin hacer. Duelos que no se pueden hacer porque la narrativa social predominante es coherente con lo que enseña esta película, cuyo objetivo principal, os recuerdo, no es enseñar nada, sino sólo vender un producto enlatado acorde al sistema neoliberal. Por eso, quizás, tenía que resolver el asunto la delgadita y guapa Alegría, y no la gorda y fea Tristeza, que, a pesar de los matices, durante toda la película asume el rol de un peso o una rémora que Alegría debe llevar. 

A ver, la peli me gusta. Creo que ayuda a hablar las cosas y a poner imágenes a esos personajes que controlan nuestra mente, y a esos lugares tan fantásticos de nuestro universo interior. Pero debería estar categorizada para mayores de 18 años, con un cartel bien grande que dijera: “Cuidado, contiene escenas que pueden dar lugar a confusiones y decisiones equivocadas respecto a la salud mental”. 

Cuidadín. 

Tristeza. Te haremos justicia. He aquí tu fan. 

Gorka Saitua | educacion-familiar.com

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