Una frase de la polla

[…] Porque, cuando ponemos la mirada en los problemas, se produce un curioso fenómeno: el estado nervioso de todas y todos cambia al habitual que emerge cuando aparece el problema, de manera que sólo pueden confiar en las soluciones que tradicionalmente han articulado, por lo que nos metemos, de lleno y sin remedio, en la misma rueda del hámster en la que estábamos atrapados. […]

—Y a ti, ¿qué más cosas te conectan con el hecho de que esta semana hayas estado un poquito mejor? —pregunté a la hija adolescente. 

—No sé —me respondió, echándome en cara con la mirada que ya me había contestado antes. 

—¿Qué más cosas? Date un tiempo, es importante. 

Se quedó pensando, mirando a la nada. 

—Te ayudo un poco —interrumpí—. ¿Recuerdas algún momento durante estos últimos días que te haya hecho sentir especialmente en paz?

—Sí —titubeó—, cuando mi madre se sienta a ver películas. 

Quienes trabajamos en los servicios de protección a la infancia sentimos muchas presiones, pero las más peligrosas de todas son las que hemos naturalizado y categorizado como normales, como, por ejemplo, la que nos dice que “tenemos que atender de manera directa y decidida las dificultades que tienen las familias y las personas”. Ya sabes, es esto tan manido que pasa por preguntar ¿qué te pasa? para rápidamente ofrecer alternativas o soluciones. Una forma sutil pero demoledora de ejercer desde el reproche y colocar a las personas en un dilema irresoluble: si no hago caso, fijo que hay algún tipo de castigo, pero si lo hago la solución deja de ser mía. 

Es la cagada por antonomasia de la mayor parte de nosotras y nosotros, con al agravante de que no terminamos de darnos cuenta jamás de que no funciona. 

Sin embargo, una de las cosas que más ayudan a las familias con las que trabajamos no tiene nada que ver con hacer un supuesto “análisis de los problemas”, sino con recuperar y poner en valor la seguridad de la que esos mismos problemas, sean los que sean, sean como sean, nos han arrebatado. 

Para ello, yo propongo ir a las sesiones con el “radar de la seguridad” bien afinado, de manera que podamos sentir y poner en valor los eventos y soluciones que verdaderamente ayudan a las personas a quienes acompañamos, sean o no valiosos para nosotros, que tenemos diferentes recursos y nos vemos presionados por diferentes circunstancias. 

Es más inteligente ayudar a una familia a recuperar la seguridad perdida, que ayudarle a resolver los problemas existentes. Porque, cuando ponemos la mirada en los problemas, se produce un curioso fenómeno: el estado nervioso de todas y todos cambia al habitual que emerge cuando aparece el problema, de manera que sólo pueden confiar en las soluciones que tradicionalmente han articulado, por lo que nos metemos, de lleno y sin remedio, en la misma rueda del hámster en la que estábamos atrapados. Pero si en vez de hacer eso ponemos la mirada en las cosas que, debido al problema y no a que seamos imbéciles o gilipollas, hemos perdido, es mucho más probable que estemos en condiciones de darnos precisamente lo que necesitamos. 

Para esta adolescente, por ejemplo, era muy importante ver a su madre sentada, sin hacer nada. Eso le conectaba con que las cosas estaban bien, y ella estaba receptiva para mirar con curiosidad e interés las cosas, sentirse y sentir el mundo y, por tanto, que estaba receptiva. Es algo que supe después de hacer las preguntas adecuadas, siguiendo el hilo de la seguridad que naturalmente —naturalmente, sin forzar la máquina— había emergido. 

Porque no olvidemos que este tipo de eventos, brillantes pero opacados por la naturaleza del mismo problema, son muchas el origen de círculos virtuosos o de reparación que nos podamos estar perdiendo. Porque, ¿cómo le afecta a la niña ver a la madre tirada en el sofá? ¿Cómo le afecta a la madre lo que sea que la niña sienta o haga? ¿Qué siente el padre cuando eso pasa? ¿Qué dice eso de sus deseos, de sus buenos motivos? ¿Qué narrativa emerge asociada a la esperanza? ¿Qué pasa cuando todo esto se convierte en palabras que, además, un testigo con autoridad resalta y valida?

Quédate con esto: 

«En la mayor parte de las ocasiones, las soluciones están ligadas a la seguridad, no al problema.»

No me digas que no. 

Es una frase de la polla. 

Gorka Saitua | educacion-familiar.com

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