Jaulas de tierra; y una granada en un centro de protección 

La cadena de maltrato detrás del odio a los chicas y chicos que migran solos.

Un —probable— militante de extrema derecha arroja una granada a un centro que acoge a chicos y chicas que han migrado solos.

Antes, un partido político se manifiesta a las puertas del centro residencial, con una actitud amenazante hacia estos chicos y chicas, jaleado por algunos vecinos y vecinas.

Antes, vecinos crean patrullas ciudadanas para “protegerse”, agrediendo a estos chicos y chicas, sin distinguir si son culpables o no de los problemas de convivencia en el barrio.

Antes, unos pocos chicos y chicas cometen algunos delitos. Sobre todo, peleas y hurtos, aunque también otros más graves, que generan mucha alarma social como, por ejemplo, robos o agresiones sexuales.

Antes, las educadoras y educadores del centro, permiten a los chicos y chicas más vulnerados que abandonen el centro y pululen por las calles, para proteger a los chicos y chicas más preservados de la violencia que existe en el interior de las instalaciones, o para hacer posibles unos cursos y talleres de mínimos que permitan a estos chicos y chicas aprovechar un poco su tiempo.

Antes, un colectivo de trabajadores con formación universitaria y condiciones laborales de riesgo recibe unos sueldos de mierda, entre otras cosas, porque supuestamente lo hacen por vocación.

Antes, el personal del centro es agredido por los chicos y las chicas internos, y vive en un estado de perpetuo miedo.

Antes, se producen robos y agresiones graves entre los chicos y chicas acogidos, que el personal del centro no es capaz de clarificar. Eso menoscaba profundamente su autoridad.

Antes, los chicos y chicas piden, por todos los medios, unas condiciones dignas. No son caprichos, sino derechos que no se cumplen: una cama propia, un lugar donde dejar su móvil, protección, justicia con las y los agresores, formación, y que se tramite su documentación personal. Pero nada se cumple.

Antes, el centro permanece años saturado, los chicos y chicas no tienen espacio vital, duermen en los pasillos, con mantas sucias, hacinados, sin un espacio seguro para dejar sus objetos personales, ni la más básica intimidad.

Antes, existe la idea de los profesionales de la educación y el trabajo social, de que el trabajo en centros como este es un mero puente para acumular experiencia y dar el salto a trabajos de mayor calidad. Acuden a sobrevivir, no a trabajar.

Antes, muchos chicos y chicas llegan a los centros rebotados de otros centros. Porque otras provincias también están saturadas, y engañan a los chicos y chicas para que viajen y ocupen las plazas de otros centros residenciales, en el perpetuo juego de “no eres mi responsabilidad”.

Antes, los que sabemos de estas cosas callamos, porque del silencio depende el pan.

Antes, las administraciones públicas, que tienen la responsabilidad de proteger a la infancia, subcontratan a empresas privadas para que gestionen los centros de protección, evadiendo así su responsabilidad moral, civil y penal.

Antes, algunos políticos deciden maltratar a los chicos y chicas extranjeros no acompañados acogidos en su comunidad para que migren a otras localizaciones del estado español: les niegan la documentación a la que tienen derecho por ley, les niegan la formación, permiten el hacinamiento negándose a abrir nuevos recursos residenciales, y llegan a acuerdos con administraciones propias y extranjeras para que se ralenticen los trámites para su regularización, llevándoles a la más absoluta desesperación.

Antes, las administraciones de las diferentes comunidades autónomas han pasado 20 años discutiendo por el “cupo de MENAS” que deben aceptar.

Antes, los chicos y chicas sienten una presión abrumadora para obtener ingresos que les permitan cubrir las necesidades y deudas de las personas a quienes quieren.

Antes, los chucos y chicas acceden a rutas de migración controladas por mafias que se dedican al tráfico de personas, que ayudan a pasar la frontera, a cambio de un precio abusivo, que compromete a todo el sistema familiar.

Antes, se aprueba una ley de extranjería aporofóbica y racista, que diferencia entre migrantes de países ricos y pobres, haciendo imposibles las migraciones de las personas que viven en condiciones de verdadera necesidad, con un sistema de cupos inviable; de manera que sólo es posible la migración de personas menores de edad.

Antes, el sistema capitalista y de jaulas de tierra, permite que determinadas personas tengan acceso a la riqueza por criterios de nacimiento, y que defiendan ese privilegio con las armas frente a otras que están en situación de extrema necesidad.

Pero hoy veo a políticos ridículos discutiendo quién tiene un discurso de ODIO y MIEDO. Y utilizando un atentado hacia niños y niñas para sacar rédito partidista y personal.

Malditos.

TODOS sois CULPABLES. Culpables por vuestro egoísmo y vuestra maldita ignorancia. Por vuestra incapacidad para un mínimo del sustrato bajo los fenómenos sociales que tenéis la obligación de legislar.

Coño, no es tan difícil. Os lo he explicado en un post.


Gorka Saitua

Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com

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