Bioindicadores de estrés tóxico

Necesitamos incorporar bioindicadores para la valoración [posible] sufrimiento infantil de los niños y niñas más pequeños.

Tenemos un déficit en nuestra forma de trabajar que deja en una situación de riesgo a las personas más vulnerables.

Hay una parte de los niños de entre 0 y 1 año cuyo sufrimiento y/o deterioro no sabemos captar bien. Me explico.

Durante este periodo de edad, y sobre todo durante los 6 primeros meses de vida —el periodo más sensible para el desarrollo del cerebro— los indicadores de sufrimiento en los bebés son muy sutiles, y sólo se evidencian en los casos en los que el abandono o el maltrato son muy severos o evidentes.

Además, la mayor parte de nosotros, carecemos de formación suficiente para detectarlos, y mucho menos para, como nos exige el instrumento BALORA, relacionarlos con las incompetencias parentales. Así, bebés que están sufriendo un ESTRÉS TÓXICO que va a tener, necesariamente, impacto sobre el cableado de su cerebro, no disfrutan las medidas de protección que necesitan.

Hoy en día existen muchos estudios que relacionan ese ESTRÉS TÓXICO en la primera infancia (niveles de estrés que los niños no pueden gestionar y que implican una inundación sostenida de cortisol en su cerebro), con numerosas patologías a nivel neurobiológico, físico y social. Y con futuras disfunciones en el funcionamiento familiar.

El EXCESO DE CORTISOL tiene un efecto negativo probado en los procesos de mielinización del cerebro, en la neurogénesis y en el establecimiento y mantenimiento de las conexiones cerebrales de abajo arriba y de arriba abajo necesarias para la #autorregulación_emocional; además repercute en la capacidad del organismo segregar y reabsorber el exceso de cortisol y metabolizarlo a la inofensiva cortisona.

Una inadecuada protección en esta primera infancia además, tiene importantes consecuencias de cara a la reproducción de los ciclos de maltrato, abuso y negligencia, dado que los niños y las niñas que no son suficientemente protegidos durante este PERIODO SENSIBLE para el desarrollo de la seguridad de base y la #integración (vertical y horizontal) del cerebro tienen, por un lado, más probabilidad de desarrollar dificultades relacionadas con la #función_ejecutiva (atender, recordar, planificar, reflexionar y ponerse en el lugar de los demás), y por otro lado más facilidad para #enactuar creando y recreando relaciones patológicas que agravan sus dificultades, si cabe, todavía más.

Sin embargo, los profesionales que tenemos contacto con estos niños y niñas no disponemos, muchas veces, de los recursos que nos permitan identificar con suficiente seguridad si ellos y ellas están sufriendo estos niveles de estrés tóxico. Máxime, cuando sabemos que muchos padres y madres son capaces de crear un escenario suficientemente adecuado cuando reciben la visita del #educador_familiar.

¿Qué podemos hacer entonces?

Sabemos que niveles de cortisol elevados y sostenidos en el tiempo se relacionan, casi necesariamente, con una historia en la que los cuidados recibidos no son suficientemente buenos, y que la presencia de dicha hormona se relaciona directamente con algunos BIOMARCADORES que pueden medirse de manera objetiva si se cuenta con el personal y las herramientas adecuadas:

  • Análisis de cortisol en sangre. Que es fiable en relación a aproximádamente las 24 horas anteriores a la realización del test.
  • Análisis de cortisol en el cabello o uñas. Menos invasivo y más fiable por el registro evolutivo que nos ofrece el crecimiento del pelo.
  • Análisis de cortisol en saliva. Que, al igual que el análisis de sangre, es fiable en relación a aproximádamente las 24 horas anteriores a la realización del test.
  • Análisis de cortisol en orina.
  • Análisis de la variabilidad del ritmo cardíaco. No de la frecuencia, sino de la variabilidad que naturalmente se da en dicho ritmo, a través de la inspiración, la expiración, y la exposición controlada a situaciones que provocan estrés.
  • Invariabilidad de la tensión arterial (no estoy seguro).
  • Niveles de adrenalina a lo largo del día (no estoy seguro).
  • Niveles de leucocitos en sangre (no estoy seguro).

Todo ello nos lleva a plantearnos si existe (o no) la posibilidad de que un EQUIPO  MÉDICO pueda diseñar una BATERÍA DE PRUEBAS que nos puedan arrojar una mayor luz sobre si los niños y niñas de menos de 1 año pueden estar (o no) afectados por el estrés tóxico. Dado que, en caso de poderse confirmar este supuesto, es muy, pero que muy probable que los causantes del mismo sean sus referentes significativos.

Podéis corregir, por favor, las meteduras de pata del texto. Aunque pueda parecerlo, no tengo ni idea de lo que hablo.

¿Alguien tiene información sobre esto? Abrimos debate.

¡Gracias!


Gorka SaituaAutor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com

2 comentarios en “Bioindicadores de estrés tóxico

  1. Gabriel Saitua Iturriaga

    Lo que realmente necesitamos es trabajar para activar una corriente de trabajo transinstitucional socio sanitaria educativa que permita enfocar aspectos tan complejos como la detección, el diagnóstico y la intervención temprana en niños y niñas afectados por estrés tóxico perinatal y postnatal con especial enfoque en los primeros años de vida. La creación de lazos entre servicios sociales, pediatría y educación infantil puede permitir grandes logros en un futuro próximo.

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