Los deberes perpetúan la desigualdad social.
De pequeño tenía complejo de chapucero.
No era para menos. Hubo profesores que me calificaron así, y yo veía que el resto de niños y niñas de mi clase hacían unos trabajos de plástica estupendos.
Miraba sus trabajos, y no me sentía capaz de llegarles ni a la suela del zapato.
Acepté, entonces, que yo no valía para eso, y dejé de disfrutar de cortar, pegar, rellenar y crear con mis manos.
Revisando los hechos, hoy me doy cuenta de una cosa: que a muchos de esos niños y niñas a quienes yo envidiaba les hacían los trabajos sus padres.
Ya veis. No soy muy listo, llegando a esta conclusión con treinta y muchos años 😜
Esta experiencia me lleva a pensar en el juego oculto que hay tras los deberes. Y, sobre todo, en el papel que estos pueden jugar para reproducir la desigualdad social.
Porque los niños y niñas de clase alta cuentan más fácilmente con una persona adulta que les acompañe para hacer los trabajos de casa.
Porque las clases altas tienen un espíritu de competitividad en el ámbito escolar, que no suelen tener las clases más humildes.
Porque muchas profesoras y profesores no son conscientes de ello, y atribuyen a la falta de capacidad o perseverancia, traer los deberes mal hechos.
Y en todo este entramado, hay niños y niñas que sufren y que, como yo, se llevan etiquetas que arrastran toda la vida. Y en algunos casos, piensan que valen menos cuando sólo les falta el apoyo que necesitan.
Incluyamos la perspectiva de clase en nuestro análisis de las dificultades de la infancia. Es lo mínimo que podemos hacer para ser justos con ellos.
Autor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com