En ocasiones puedes sentir que te enfrentas a una dificultad demasiado grande. Parece que has probado de todo y nada funciona. Entonces necesitas una estrategia que te permita contemplar otras alternativas. Por ejemplo, pensar al revés. Casi siempre funciona.
Es frecuente dar por hecho que para tratar con nuestros hijos e hijas sólo vale la lógica cartesiana. Pero el cerebro es un órgano demasiado complejo para caber en un libro de matemáticas. Por ello, es necesario alimentarlo a veces con técnicas que parecen irracionales, pero que nos permiten conectar con nuevas ideas y, sobre todo, con nuestra parte más humana.
Por ejemplo, hay momentos en los que muchos padres y madres sienten que han dado lo máximo de sí para superar una determinada situación. Han contemplado aparentemente todas las alternativas posibles, y ninguna ha sido satisfactoria. En esos casos podemos hacer una pregunta clave… pensemos al revés ¿qué tendríais que hacer para empeorar la situación? Miradas de sorpresa. De qué van estos tipos. Están locos. Pero bueno, hagámosles caso, que se les ve muy seguros de sí mismos.
Por supuesto, esta pregunta es la plataforma de lanzamiento para un ejercicio profundo y mucho más complejo, a través del cual podemos llegar a preparar un “plan perfecto orientado al fracaso”. Con ello, se consiguen una serie de cosas, todas ellas muy interesantes:
- Superamos el caos y la rigidez. Dejemos de lado todos los esfuerzos para “solucionar” un “problema” que nos abruma y genera mucha ansiedad. Nos relajamos. Apagamos nuestro cerebro inferior o reptiliano, y encendemos nuestro cerebro superior, que es quien más nos puede aportar.
- Activamos la parte derecha de nuestro cerebro. Nos reímos. Podemos utilizar nuestra imaginación. Nos relajamos y podemos volver a estar en contacto con nuestras emociones y las de quienes nos rodean.
- Nos damos cuenta de las estrategias que sostienen las dificultades. ¡Vaya! Si de alguna manera estamos haciendo esto de lo que nos reímos ¡Para! ¡Para la barca, que hay rocas!
- Obtenemos pistas sobre cómo podemos hacer las cosas. Que es la parte más interesante. Al hablar sobre cómo hacer las cosas mal, surgen espontáneamente pistas para salir del atolladero. Y es que en el mundo de la oscuridad, las sombras son la luz que puede iluminar nuestro camino.
Por supuesto, este es un ejercicio al que puedes sacar mucho más partido de la mano de un Orientador Familiar. No obstante, si te pones a ello en serio, seguro que te permite dar un paso de gigante. Así que piensa al revés ¿te animas? ¡Cuéntanos qué tal te ha ido!
* Por cierto, en el siguiente artículo podrás ver un ejemplo muy relacionado con todo esto ¡no te lo pierdas!
Idea basada en el trabajo de Giorgio Nardone:
Y por supuesto, de Daniel J. Siegel:
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¡Brutal!
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Gracias!
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